LECCIÓN 1
DEFINICIÓN DEL EVANGELISMO PERSONAL
Ciertamente ninguno dudará de la importancia
de este tema, ni de la necesidad que hay de practicar el evangelismo
personal. El mundo actual necesita del ministerio de un ejército de
hombres creyentes, de todas las edades, “cuyos corazones Dios ha tocado”
(1S. 10:26), y en quienes haya puesto el deseo de ganar almas para
Cristo. Además de predicadores y maestros, hacen falta obreros
personales que tengan como la ambición de sus vidas guiar a los perdidos
al conocimiento del Hijo e Dios, quien salva y satisface: conocerle es
vida eterna (Jn. 17:3 Y
esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y
a Jesucristo, a quien has enviado).
Miles de almas han sido guiadas a Cristo, no por
haber oído a un evangelista famoso, sino por medio de algún modesto,
piadoso y fiel ganador de almas que buscó, con tacto y amor, guiarles a
Cristo. Tal vez el lector de estas líneas sea uno de los tales. Si es
así, escuche el mandato del Señor: “Ve,
y haz tú lo mismo” (Luc. 10:37).
C.
H. Spuergeon,
el “Príncipe de los Predicadores”, dijo: “Si
yo fuera absolutamente egoísta y no me preocupara más que por mi propia
felicidad, aún así escogería dedicarme a ganar almas para Dios, porque
nunca conocí alegría más indescriptible, pura y rebosante que la que
lleno mi ser el día que oí de uno que había buscado y hallado al
Salvador por mi intermedio. Jamás joven madre se regocijó más sobre su
primogénito, ni se ha exaltado más guerrero después de obtener disputada
victoria”. No obstante, después de leer un
testimonio tan ardiente, son pocos los que desean experimentar esta
alegría indescriptible, pura y rebosante.
R.
A. Torrey testificó
sobre lo mismo, declarando que conocía muy poco del gozo
de la salvación hasta que ganó la primera alma para Cristo.
Verdaderamente no hay gozo comparable al
de ganar almas. Si como resultado del estudio de este curso algunos
llegan a ser más ardientes, expertos y fieles ganadores de almas, el
esfuerzo de prepararlo habrá valido la pena.
Hay muchos buenos libros sobre
evangelismo personal que se pueden obtener en librerías evangélicas. La
lectura de tratados evangélicos y artículos en revistas cristianas
proveerán al ganador de almas buenas ilustraciones que podrá usar al
tratar con sus amigos. Sin embargo, no es la lectura de libros,
tratados, revistas, ni aún el estudio de este curso por
correspondencia, sino la práctica lo que producirá los resultados
deseados y nos hará ganadores de almas como Dios quiere que seamos.
Antes de dar principio al estudio sobre
evangelismo personal, queremos recomendar cuatro cosas esenciales:
1.
ORACION ante
el trono de la gracia pidiendo un corazón que reciba y obedezca la
verdad de la Palabra de Dios. Necesitamos sabiduría espiritual que sólo
Dios puede dar y que se deleita en otorgar en respuesta a la oración de
fe. (Stg. 1:5 Y
si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual
da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada).
2. CONSTANCIA en
el estudio y en la práctica. Esto no es fácil. La tendencia de la
mayoría de los estudiantes, particularmente en un curso por
correspondencia, es principiar con un alarde de entusiasmo que promete
mucho, pero que poco a poco va mermando hasta que las lecciones son
descuidadas, y finalmente abandonadas. Esto resulta en una gran pérdida
para el alumno y en desaliento para el maestro. “Así que hermanos míos,
estad firmes y constantes…” (1Co. 15:58 Así
que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la
obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es
en vano).
3.
MEMORIZACION de
los pasajes de la Escritura indicados. Esto requiere esfuerzo y
sacrificio. No hay camino fácil. Quizá el mejor método para memorizar es
conseguir una cantidad de tarjetas y escribir de un lado la referencia
de versículo que se desea aprender, por ejemplo: Romanos
10: 8, 9, 10.
10:8 Mas
¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta
es la palabra de fe que predicamos:
10:9 que
si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
10:10 Porque
con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación
Del otro lado aparecerán estos versículos
cuidadosamente copiados de la Biblia. Una vez que tenga un buen número
de estas tarjetas, procure llevarlas consigo siempre y al viajar al
lugar de trabajo, al caminar o al esperar alguna cosa, podrá usarlas.
Primero lea la referencia, tratando de repetir de memoria el versículo
indicado. Así recorra las tarjetas tratando de repetir, sin error, toso
los versículos que tenga en la mano. En otra ocasión invierta el
procedimiento, leyendo los versículos y tratando de recordar la
referencia.
El constante repaso hará que estas Escrituras
lleguen a ser parte de su existencia y así, saturado con las Escrituras,
llegará a ser experto en el uso de “la Espada del Espíritu, que es la
Palabra de Dios” (Efesios 6:17 Y
tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios). Recordemos que la Palabra
de Dios, aplicada por el Espíritu de Dios, la que produce convicción de
pecado, genera fe y resulta en el nuevo nacimiento.
Jn. 16:7-13
16:7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me
vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si
me fuere, os lo enviaré. 16:8 Y cuando él venga, convencerá al mundo
de pecado, de justicia y de juicio. 16:9 De pecado, por cuanto no
creen en mí; 16:10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me
veréis más; 16:11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo
ha sido ya juzgado. 16:12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero
ahora no las podéis sobrellevar. 16:13 Pero cuando venga el Espíritu
de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las
cosas que habrán de venir.
Ro. 10:17 Así
que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios
Stg. 1:18 El,
de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos
primicias de sus criaturas
1P 1:23 siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la
palabra de Dios que vive y permanece para siempre
4.
APLICACION. Ya
lo hemos dicho antes. El valor de este curso depende enteramente de la
medida en que estos principios que gobiernan la obra de ganar almas sean
individualmente aplicados y practicados por cada estudiante.
Habiendo echo estas observaciones
preliminares, entraremos de lleno a nuestro estudio sobre evangelismo
personal. Nuestro tema se dividirá en ocho secciones principales, a
saber:
1. definición.
2. Importancia.
3. Requisitos.
4. Impedimentos.
5. Objetivos.
6. Métodos.
7. Operación.
8. Recompensa.
¿QUE ES EVANGELISMO PERSONAL?
Evangelismo personal es la obra que hace
un creyente al mostrar a otra persona, con base en la Palabra de Dios:
1. Su necesidad, como pecador perdido y
culpable, de la salvación provista por Dios
2. Que Cristo, el Hijo de Dios, es el
Salvador que necesita.
3. Cómo hacer de Cristo su Salvador
personal
4. Lo que involucra reconocer a Cristo
como Señor y Dueño.
5. Que la Palabra de Dios puede
satisfacer todas las preguntas, dificultades y objeciones que pueda
tener una persona.
Para llevar a cabo esta obra, todo creyente debe
hacer suyo el lema del apóstol Pablo: “Me he hecho débil a los débiles,
para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que de todos
modos salve a algunos” (1Co. 9:22 Me
he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he
hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos).
Tengamos en mente también lo que dice Proverbios 11.30:
“El que gana almas es Sabio”.
Si queremos apreciar lo que es el
evangelismo personal y sentir nuestra responsabilidad al respecto,
haremos bien si respondemos a las siguientes preguntas, solemne y
sinceramente, en la presencia de Dios:
1. ¿Creo realmente que Dios desea salvar
a los hombres?
1Ti. 2:3 Porque
esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,
1Ti. 2:4 el
cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento
de la verdad.
2. ¿Creo que Dios puede salvar a los
hombres usando instrumentos humanos?
3. ¿Creo que Dios puede utilizarme a mí?
¿Soy salvo yo mismo? ¿Estoy contento y seguro de mi propia salvación?
4. ¿Creo que Dios me utilizará a mí?
5. ¿estoy dispuesto a que Dios me
utilice?
Hace años D. L. Moody oyó
a Henry Varley decir: “El mundo todavía no ha
visto lo que Dios puede hacer con un hombre que esté completamente
rendido a El” Moody
determinó que, por la gracia de Dios, él sería tal hombre.
El resultado de su vida dedicada a Cristo es elocuente testimonio a la
verdad de la declaración de Varley Ro. 12:2 No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación
de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta.
12:3 Digo,
pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros,
que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que
piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a
cada uno.
1Co. 6:19 ¿O
ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está
en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
6:20 Porque
habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro
cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Hch. 20:24 Pero
de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con
tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor
Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
Fil. 1:20, conforme
a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con
toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en
mi cuerpo, o por vida o por muerte.
1:21 Porque
para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
Que mi vida entera esté consagrada a Ti,
Señor;
Que a mis manos pueda guiar el impulso de
tu amor.
Que mis pies tan sólo en pos de lo santo
puedan ir,
Y que a Ti, Señor, mi voz se complazca en
bendecir.
Que mi tiempo todo esté consagrado a Tu
loor,
Que mis labios al hablar, hablen sólo de
tu amor.
Toma, oh Dios, mi voluntad y hazla tuya,
nada más;
Toma, si, mi corazón; por tu trono lo
tendrás.
Toma Tú mi amor, que hoy a tus pies vengo
a poner;
Toma todo lo que soy. Todo Tuyo quiero
ser.
LECCION 2
IMPORTANCIA DEL EVANGELISMO PERSONAL
Notaremos siete razones de la importancia
de este trabajo:
I. TIENE EL RESPALDO DE LAS ESCRITURAS
POR PRECEPTO Y EJEMPLO
A. Dios mismo lo desea, y esto lo
sabemos:
1.
Por la revelación de su nombre. El
nombre de Dios describe su carácter. Dios habla de si mismo como
Salvador siete veces en le Antiguo Testamento:
Salmo 106:21Olvidaron
al Dios de su salvación, Que había hecho grandezas en Egipto,
Isaías 43:3 Porque
yo YaHuWeH, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he
dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.
Isaías 45:15 Verdaderamente
tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas.
45:21 Proclamad,
y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto
desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo YaHuWeH? Y
no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí.
Isaías 49:26 Y
a los que te despojaron haré comer sus propias carnes, y con su sangre
serán embriagados como con vino; y conocerá todo hombre que yo YaHuWeH
soy Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob
Isaías 60:16 Y
mamarás la leche de las naciones, el pecho de los reyes mamarás; y
conocerás que yo YaHuWeH soy el Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte
de Jacob.
Isaías 63:8 Porque
dijo: Ciertamente mi pueblo son, hijos que no mienten; y fue su
Salvador.
EL mismo título se encuentra en le Nuevo
Testamento en pasajes como
Lucas 1:47 Y
mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador
1Timoteo 1:1 Pablo,
apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor
Jesucristo nuestra esperanza
1Timoteo 4:10 que
por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el
Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de
los que creen.
Tito 1:3 y
a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que
me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador 2:10 no
defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen
la doctrina de Dios nuestro Salvador.
Judas 25
al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio
y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.
2.
Por el deseo de su corazón revelado
en Ezequiel 33:11 Diles:
Vivo yo, dice YaHuWeH el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino
que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de
vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?
Ezequiel 18:23,32;
18:23 ¿Quiero yo la muerte del impío? dice YaHuWeH el
Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? 18:32 Porque no
quiero la muerte del que muere, dice YaHuWeH el Señor; convertíos, pues,
y viviréis.
Oseas 11:8¿Cómo
podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo
hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim?Mi corazón se conmueve dentro
de mí, se inflama toda mi compasión.
1Timoteo 2:4 el
cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento
de la verdad
2Pedro 3:9 El
Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino
que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca,
sino que todos procedan al arrepentimiento.
3.
Por su acción de amarnos. Cristo
vino, no para que Dios pudiera amarnos, sino porque Dios nos amó.
2 Corintios 5:19 que
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en
cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de
la reconciliación.
1Jn. 4:14 Y
nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el
Salvador del mundo.
Gá. 4:4;
Hch.
3:26 A
vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para
que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.
Jn. 3:16 Y
por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha
confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa
sanidad en presencia de todos vosotros.
3:17 Mas
ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también
vuestros gobernantes.
Dios mismo está intensamente interesado
en la salvación de los pecadores.
B. Cristo lo enseñó en dos formas:
1.
Por su ejemplo. Aunque su ministerio público solamente duró poco más de
tres años no descuidó el trabajo personal.
a. Eligió
a sus discípulos individualmente.
Mr. 1:16;
Mr. 3:14;
Jn. 1:43;
Mt. 4:21, 22;
Mr. 9:9
b. Trató
con muchas personas en conversaciones personales
Juan, 3, 4, 5, 9;
Lc. 7:36-50; 10:38-40, 23:39-43
Grandes verdades como el nuevo nacimiento
y la adoración fueron reveladas a individuos.
2. Por
su mandamiento (Mt. 28:19,20; Mr. 16:15,16). Busque la palabra
“toda” o “todos” que ocurre cuatro veces en Mateo 28:18,20.
En Marcos 1:17 y Lucas
5:10 el llamado es a se pescadores de hombres. Hay dos
pescadores de hombres en el mundo: el creyente y Satanás. La palabra que
se traduce “pescar” en los evangelios ocurre en 2Timoteo
2:26 donde se traduce “están cautivos”. Significa
“tomar vivos.”
En Marcos 5:19 y Lucas
8:39 Cristo encomienda a un discípulo que muestre con
su vida y diga con sus labios lo que el Señor había hecho con él.
Alguien ha dicho: “Es el doble testimonio de los labios y de la vida lo
que convence a los hombres y confunde a los demonios”.
Hechos 1:8 nos dice que somos testigos de
Cristo. Si es así debemos contar lo que hemos visto y oído y lo que
sabemos de El.
C.
La iglesia primitiva lo practicaba.
El día de Pentecostés todos hablaban (Hch.
2:4). Notemos los resultados (Hch. 2:41). Véase también Hechos
3:1-9, 12; 4:8-12; 8:35; 9:1-22 y compárese Hechos 8:4 con Hechos
11:19. Dios bendijo este método de “hablar el evangelio”, pues
leemos que “así creía y prevalecía poderosamente la Palabra del Señor” (19:20).
De las 112 veces que ocurre la palabra “predicar” en el Nuevo
Testamento, solamente en 6 casos se defiere a un discurso formal.
D.
La iglesia de hoy no puede existir sin él.
El cristiano que no progresa con el
evangelio pronto verá que está retrocediendo. La iglesia que pierde su
fervor evangelístico pronto desaparecerá. La iglesia en Jerusalén fue
destrozada para que fuera dispersada y para que todos sus miembros
llegaran a ser evangelistas personales (Hch. 11:19).
La maldición vino sobre los habitantes de
Meroz (Jue. 5:23), no por haber hecho algo malo sino porque no
hicieron lo bueno. En vez de luchar con sus hermanos contra el enemigo
común, no hicieron esfuerzo alguno por ayudarlos. El creyente que no
hace nada y no da nada para el Señor, no vale nada. Dios nos libre de
ser tal clase de creyentes.
II. ES LA SOLEMNE RESPONSABILIDAD DE CADA
CREYENTE
Cada creyente debe leer, preferentemente
sobre sus rodillas y a solas con Dios, Ezequiel 33:1-6;
Proverbios 24:11,12; 1Corintios 9:16-27; Santiago 5:19,20.
Seguramente no necesitará nada más para convencerse de la suprema
importancia y responsabilidad de ganar almas.
Las siguientes palabras de T. C Horton
merecen nuestra preferente atención: “Ganar almas es un arte divino. Los
hombres no nacen como ganadores de almas sino que se hacen tales.
Algunos piensan que solo unos cuantos creyentes privilegiados son
llamados a hacer este trabajo y que la obligación no es de todos;
piensan que este trabajo se puede hacer o dejar de hace a su antojo.
Esto es falso, ilógico y antiescriturario. Es una obra encomendada
a cada creyente y, si se dedican a ello, todos pueden ser ganadores de
almas.”
Hay un tratado que lleva por título
“Suponga” Ud. que le ofrecieran mil dólares por cada alma que buscara
ganar para Cristo. ¿Buscaría Ud., por esa recompensa, ganar más almas
para Cristo de lo que esta haciendo ahora? Si es así, su amor al dinero
es más grade que su amor a Cristo y sus semejantes.”
Se cuenta la historia de un juez llamado
Mingins que vivía en Filadelfia. Durante su juventud había sido ateo
pero, al dejar la ciudad, fue convertido a Dios. Algún tiempo después de
su conversión regresó a Filadelfia y se hospedó con uno de sus amigos
que era aún incrédulo. Después de estar tres días en esa casa su amigo
le dijo: “Jorge, he oído decir que crees en Dios” “Si”, fue la
respuesta. “Bueno, Jorge, ¿tu crees en Dios?” “si”, “¿Y en el infierno?
¿y en que todos los incrédulos estarán allí por toda la eternidad?” “Si”
“Bueno, ¿tiene el cristiano el efecto de hacer desaparecer todo
sentimiento humanitario en una persona, como lo ha hecho en ti?” “¿Qué
quieres decir con eso?” pregunto el juez. A lo que su amigo contestó:
“haz vivido en mi casa por tres días conociendo y creyendo todo eso y no
has puesto tu mano sobre mi hombro, ni me has dicho una sola palabra
buscando mi salvación”.
¡Cuántos creyentes nos parecemos al
juez Mingins!
III. DIOS DICE QUE EL QUE GANA ALMAS ES
SABIO (Pr. 11:30).
¿Qué significado tiene la palabra ganar?
1. Es un término militar. Ganar una
batalla, ganar una posición estratégica, ganar una ciudad requiere
paciencia, valor, perseverancia y en muchos casos es menester afrontar
grandes riesgos.
2. Es un término comercial. Toso
comerciante puede apreciar que es necesario trabajar con constancia y
esfuerzo si quiere ganancias en su negocio.
3. Es un término matrimonial. Se habla de
ganar una esposa, cautivando sus afectos. Lea la descripción de cómo una
esposa fue ganada para Isaac en Génesis 24. Cuando un joven trata a una
señorita buscando ganarla como esposa, ¿Cómo trata de conquistarla?
Piensa mucho en ella, la visita, anda con ella, habla con ella, le envía
regalos, sacrifica su propia comodidad y sus propios intereses para
estar con ella y por último le propone el matrimonio. Si ella contesta
“SI”, él la habrá ganado.
Ahora apliquemos todo esto al tratar de
ganar almas para Cristo y andaremos en la senda de verdadera sabiduría.
Dice Chadwick: “Ganar almas es un trabajo
noble, no hay ninguno más elevado, los ángeles lo ambicionan. Es un
trabajo duradero, pues sus resultados se verán en la eternidad. Es un
trabajo saludable para el alma pues trae crecimiento, felicidad y
frescura espiritual.”
IV. EL VALOR DEL ALMA.
La palabra “alma” se usa mucho en la
Escritura para señalar esa parte espiritual del hombre que es distinta a
su cuerpo (Mt. 10:28; Mr. 8:36,37; Sal 71:23).
¿Cómo podemos calcular el valor del alma?
1.
Por su naturaleza y origen.
El hombre fue creado por Dios y es un ser tripartito (Gn. 2:7; Ts.
5:23).
a) Con el cuerpo llega a ser consiente
del mundo
b) Con el alma llega ser consiente de sí
mismo.
c) Con el espíritu llega a ser consciente
de Dios.
Es el espíritu lo que distingue al hombre
del ser irracional.
2.
Por sus facultades.
El hombre tiene facultad para escoger entre el bien y el mal; puede
tener comunión con Dios o puede servir al diablo; puede ser una
bendición o una maldición a sus semejantes. ¡Cuán vastas son las
posibilidades para bien o para mal en cada alma!
3.
Por el valor que le da Cristo.
El Calvario nos habla de cuánta estima tienen las almas ante los ojos de
Dios. La preciosa sangre de Cristo fue derramada para redimirlas (1P.
1:18, 19; Mt. 13:44-46; Gá. 2:20).
4.
Por su existencia eterna.
Ya sea en el cielo o en el lago de fuego (Mr. 9:43-48). Cristo
enseñó esto con claridad (Mt. 10:28; Lc. 16:19-31).
5.
Por la batalla que se libra para su posesión. El
alma humana es un campo de batalla entre Dios y el diablo (Lc.
11:21-23). Notemos la palabra “esforzaos” en Lucas
13:24-30 que significa “agonizar”. El que quiere ganar
almas entabla una lucha contra el diablo y sus huestes (Ef. 6:11,12).
El obrero personal no debe ver a los
hombres como cuerpos que tienen almas, sino como almas que tienen
cuerpos y debe hacer todo esfuerzo posible para ganar esas almas para
Cristo. Todo el mundo no puede compensar la pérdida de un alma.
El buscado de diamantes soporta
privaciones y penurias indecibles, pero las tiene en poco si encuentra
tan siquiera una joya valiosa ¿Quién sabe si no pudiéramos ser el
instrumento de Dios para ganar un gran predicador como Moody o Spurgeon
para nuestro Señor?
V. LA REALIDAD DE LA ETERNIDAD.
Léase Mateo 13:41-43,
49-51; 25:30-46. ¿Qué diremos acerca de la eternidad? Ningún
lenguaje humano puede describirla adecuadamente, ni mente humana
concebirla.
Cierto poeta ha dicho que si fuera
posible contar todas las flores de la primavera, todas las olas del mar
en verano, todas las sombras del bosque en otoño, todos los copos de
nieve que caen en invierno; todas las gotas del rocío en la mañana,
todos los granos de arena de la playa bajo el sol de mediodía, todos los
trinos de los pájaros al atardecer y todas las estrellas que brillan en
la noche; al terminar de contar todo esto, apenas habría empezado la
eternidad. Deténgase, lector, un momento, y conteste esta pregunta:
¿Dónde estará en la eternidad?
El general Booth, fundador del Ejército
de Salvación, acostumbraba decir que cada cristiano debería ser enviado
al infierno por una semana para que, habiendo palpado el terror de una
eternidad sin Cristo, dedicara el resto de su vida tratando de librar a
la gete de la perdición eterna.
Cierto ateo dijo: “Si yo firmemente
creyera, como miles profesan hacerlo, que
el conocimiento y la práctica de la religión influyen sobre su destino
eterno, la religión sería todo para mí. Desecharía los pasatiempos
mundanos como escoria, los cuidados terrenales como tonterías. La
religión sería mi primer pensamiento al despertar y mi última
imagen cuando el sueño me hunda en la inconciencia”. Estas palabras
conmovieron a C. T. Studd en lo más íntimo y lo enviaron primeramente a
China y después al África a ofrendar su vida en servicio a Cristo. No
nos asombra que un celoso ganador de almas orara: “Señor, estampa la
eternidad sobre mis ojos, para todo lo que vea sea a la luz de la
eternidad.”
VI. LA BREVEDAD DEL TIEMPO
El corto día de la vida pronto terminará
y nuestra oportunidad de servir a Dos se habrá ido para siempre (Jn.
9:4; Ro. 13:11,12; 2Co. 6:1,2; Ef. 5:14-16; 2Ti. 4:2,3).
Un filósofo francés dijo: “Aquel que aprecia la vida debe tener cuidado
del tiempo, porque el tiempo es el material de que está hecha la vida”
Boreham dijo: “Tal como el espacio es la miniatura de la infinidad, así
el tiempo es la miniatura de la eternidad”. David Brainerd, misionero
entre los pieles rojas de Norteamérica, que murió a los 36 años de edad,
escribió en su diario: “Quise desgastarme en su servicio para su gloria:
No me importaba dónde ni cómo vivía con tal que pudiera ganar almas para
Cristo”.
Alguien ha dicho que el fervor del
apóstol Pablo era resultado de una triple convicción:
1. Una gran verdad: el juicio de Dios
2. Una gran experiencia que aguarda a
todos: la resurrección, o para vida o para condenación.
3. Un gran destino hacia el cual todos
marchamos: la eternidad.
¿Cómo podremos alcanzar un verdadero
interés en las almas y apreciación del alto valor de las oportunidades
que tenemos en la mano? Únicamente de la Palabra de Dios, si la leemos
en la presencia de Dios y meditamos en el significado de las palabras
“ya es condenado”, “no verá la vida”, “perderse” y “perecer” (Jn.
3:18; 1Co. 1:18; 1Jn. 5:12).
VII. DIOS HA HONRADO GRANDEMENTE EL
TRABAJO PERSONAL
Andrés es un buen ejemplo de trabajo
personal. Es mencionado tres veces en los evangelios y cada vez le vemos
trayendo alguien a Cristo (Jn. 1:40-42; 6:8,9; 12:22).
En el día de hoy frecuentemente hay
grandes campañas de evangelización y en algunas de ellas el magnetismo
humano y la sugestión psicológica producen miles de profesiones falsas.
El mundo necesita el ministerio de creyentes consagrados que se den a la
tarea del evangelismo personal, cuyo esfuerzo complementará la labor que
se hace en las grandes campañas. Recordemos que un alma genuinamente
salvada es mejor que diez mil profesiones vanas. Dediquemos a buscar
calida y no cantidad.
D. L. Moody dijo: “El sermón no es sino
preliminar al trabajo individual que se puede hacer con los interesados
al terminar la reunión”. La Palabra de Dios no nos autoriza a decir:
“Venid de todo el mundo y oíd el evangelio que se predica desde nuestro
púlpito”. Cristo nos dice algo muy diferente. Sus palabras son: “Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mr. 16:15).
Existe una gran diferencia entre ser
evangélico y ser evangelista. El evangélico puede andar bien en doctrina
pero estar bien dormido. El evangelista no se conforma con saber la
verdad sino que la presenta ardientemente a los demás. No lleguemos al
lecho de muerte diciendo: “Soy salvo, voy al cielo, pero con las manos
vacías, sin haber ganado una sola alma para Cristo”.
Se ha calculado que si 100 creyentes
trajeran cada uno un alma a Cristo por año, y si cada alma ganada, a su
vez trae otra a Cristo, en 25 años se habrían salvado más de
1.500.000.000 (mil quinientos millones) de almas. Pero el promedio
actual de conversiones es más o menos de 4 por año por cada 100
creyentes; un promedio muy bajo.
Un proverbio dice: “Podemos contar las
bellotas en un árbol, pero no podemos contar los robles contenidos en
una bellota”. Suponiendo, naturalmente, que la bellota muera (Jn.
12:24).
Que estas consideraciones sobre la
importancia del evangelismo personal nos muevan a desplegar más esfuerzo
individual para llevar almas a Cristo.
LECCION 3
REQUISITOS PARA EL EVANGELISMO PERSONAL
Hemos visto la importancia del
evangelismo personal y ahora consideraremos los requisitos esenciales
para este trabajo, suponiendo, naturalmente, que la Persona que se va a
ocupar de él ha sido regenerada por el Espíritu Santo.
I. LA SEGURIDAD DE LA PROPIA SALVACION.
Debemos poder decir “que lo que sabemos
hablamos” (Jn. 3:11). Supongamos que la persona con quien está
Ud. hablando le preguntara: “¿Esta Ud. seguro que es salvo?” ¿podría Ud.
responder: “Si, gracias a Dios estoy seguro”. Si le preguntan a
continuación: “¿Sobre que basa Ud. la seguridad de su salvación?”
¿podría Ud. señalar que por confiar en la obra de Cristo consumada a su
favor en la cruz y en El como Salvador personal? ¿Podría Ud. decir que
por confiar en la Palabra de Dios está seguro? (1Jn. 5:13).
Pablo podía decir: “Así que, teniendo tal
esperanza, usamos de mucha franqueza” (2Co. 3:12). Una firme
convicción produce una confesión franca la cual inspira confianza en el
oyente (2Co. 4:13). Que cada estudiante esté seguro, por la
Palabra de Dios, que está descansando únicamente en la obra de Cristo
para su salvación y únicamente en la Palabra de Dios para la
certidumbre.
II. LA CONVICCION DE LA CONDICION
ARRUINADA DEL HOMBRE SIN CRISTO
Es únicamente cuando el médico se da
cuenta de qué enfermedad padece el paciente que puede recetar
correctamente. La Palabra de Dios no nos deja en duda acerca de la
condición del hombre y cada obrero personal debe familiarizarse
completamente con la profunda y deplorable necesidad de los perdidos a
quienes trata de ganar para Cristo. La Biblia nos muestra lo siguiente
con respecto al hombre sin Cristo:
1.
Está muerto y necesita regeneración (Ef.
2:1,2; Jn. 3:1-16). Muerte, en las Escrituras, significa separación.
La muerte física ocurre cuando el espíritu se separa del cuerpo (Stg.
2:26). La muerte espiritual es la separación del hombre pecador de
la vida de Dios (Ef. 4:18; 1Jn. 5:12; Jn. 3:36). La muerte
segunda es la fijación eterna de este estado de separación de Dios, en
lo que se refiere a cuerpo alma y espíritu (Ap. 20:12-15).
La muerte ha sido definida como “el cese
de relación con el medio ambiente”. ¿Murió Adán el día que comió del
árbol prohibido? (Gn. 2:17). Si, porque su relación con Dios
cesó. Ese día murió espiritualmente y más tarde murió físicamente. Ahora
vemos Lucas 15:24. ¿Cuándo estaba muerto el hijo
pródigo? Mientras estaba en el país lejano, separado de su padre. Véase
ahora 1 Timoteo 5:6.
Puesto que el hombre está muerto en
lo que a su relación con Dios se refiere, su gran necesidad es vida de
Dios. La acción de impartir esta vida se llama regeneración o nuevo
nacimiento. En Juan 1:12, 13 se aclaran
tres errores comunes pertinentes al nuevo nacimiento.
a.
No es por herencia, “no
de sangre”. Nadie tiene vida en Cristo porque sus padres sean
cristianos. La vida espiritual no se hereda. Cada uno necesita ser
regenerado individualmente.
b.
No es por esfuerzo propio,
“ni de voluntad de carne”. Ninguna persona puede regenerarse a sí misma
o producir su nacimiento espiritual, como tampoco pudo producir su
nacimiento físico.
c.
No es por instrumentalidad humana,
“ni de voluntad de varón”. Miles confían en esto e imaginan que el
sacerdote o el ministro, por medio del bautismo, confirmación, recepción
como miembro de la iglesia, comulgar, etc., les ha dado el nuevo
nacimiento. Las Escrituras dicen claramente que la voluntad o acción
humana no pueden impartirlo.
Luego viene la grandiosa verdad, “sino de
Dios”. Dios únicamente es la fuente. Únicamente cuando Dios vivifica
puede vivir el hombre (1Jn. 5:1). Oyendo la Palabra de Dios con fe y
recibiendo a Cristo como Salvador, el pecador es sellado con el Espíritu
de Dios y así es regenerado. (Jn. 5:24,25; 1:12; Gá. 3:2; Ef.
1:13). Nunca podremos recalcar demasiado que únicamente Dios puede
regenerar. El gran peligro está en el obrero demasiado celoso que trata
de hacer lo que sólo Dios puede efectuar. Es nuestro deber presentar la
Palabra de Dios con claridad, pero no podemos comunicar al pecador la
vida espiritual que necesita.
2.
Está perdido y necesita ser allado (Lc.
19:10; 2Co. 4:3).
La palabra perdido implica dos cosas: Que
una cosa no es poseída por su dueño legal o que una persona no sabe
donde está o cómo encontrar el camino que quiere. En Lucas 15 la palabra
“perdido” y derivados del verbo “perder” ocurren siete veces y
tenemos una descripción triple del pecador. La oveja se perdió por
haberse descarriado (Lc. 15:1-7; Is. 53:6). La moneda se perdió
por haberse caído, y, aunque valiosa, yacía incapaz de ayudarse a sí
misma. El hijo pródigo se perdió por su capricho. No fue por ignorancia
o por haberse caído. Por su propia voluntad salió del hogar y malgasto
sus recursos. Comprendamos lo que implica la palabra perdido y
recordemos que el pecador necesita ser hallado y salvado. La salvación
es obra de Dios. Sólo El puede hallar al descarriado, levantar al caído
y poner en el corazón del pródigo el deseo de volver a su Padre.
3.
Es un esclavo que necesita redención. El
pecador está bajo el control y poder de otro. El pecado es un amo y el
pecador un esclavo incapaz de librarse a sí mismo (Jn. 8:34; Ro.
6:16-20; 7:14), por lo tanto, necesita ser redimido. Redención es el
acto por el cual se libera a una persona o cosa del poder de otra,
pagando el precio de rescate.
Este mundo es como una colonia penal en
la cual hombres y mujeres trabajan como esclavos de la mentira,
blasfemia, lujuria, codicia, orgullo, bebida, moda, placer, egoísmo,
religión, etc. ¿cómo van a ser redimidos y libertados de su esclavitud?
Necesitan ser traídos en contacto con Cristo el Redentor.
a. El que vino para redimir (Lc. 4:18;
Mr. 10:45).
b. El que pagó el precio del rescate (Gá.
3:13; 4:4,5; 1co. 6:20; 1P. 1:18,19).
c. El vive siempre para librar de
esclavitud al pecador a todo pecador que acuda a El (Jn. 8: 32-36; Ef.
1:7; Gá. 5:1). La liberación del castigo y del poder del pecado se
encuentra en una sola persona y esa persona es el Cristo Jesús.
4. Es un ciego que necesita iluminación
a. el
hombre, por naturaleza, está ciego a las realidades espirituales. Su
entendimiento está oscurecido (Ef. 4:18). Está cegado por Satanás
(2Co. 4:4). No puede ver el reino de Dios (Jn. 3:3). No puede recibir o
comprender las cosas espirituales (1Co. 2:14). Mora en la oscuridad
y ama las tinieblas (Jn. 1:5; 3:19; Col 1:13). Por lo tanto necesita que
sus ojos espirituales sean abiertos (Hch. 26:18).
b.
Cristo vino para traer luz (Jn. 8:12; 9:5; Lc. 4:18).Sus palabras dan
luz acerca de Dios, el pecado, el pecador, la salvación, los problemas
de la vida y el horrible destino del que le rechaza (Sal. 119.130).
c.
Todos los que confían en Cristo son traídos a la luz (2Co. 4:6; Ef.
5:8). No nos sorprendamos cuando una persona inconversa nos diga: “Pero
no puedo ver las cosas de esa manera”. ¿Cómo podrán ver, a menos que sus
ojos sean abiertos? Las Escrituras, cuando son aplicadas por el Espíritu
de Dios abren los ojos del pecador a su necesidad del reino de Dios.
5. Es un rebelde que necesita
reconciliación.
a. El
hombre se encuentra en un estado de rebeldía contra Dios (Ro. 5:10;
8:7,8; Col. 1:21; Tit. 3:3). Odia la verdad, resiste la Palabra de Dios
y se opone a que Dios tenga su legítimo lugar como Señor Supremo (Ro.
1:20, 2; Dn. 5:23). Las últimas palabras del texto en Daniel son la
acusación de Dios contra la humanidad. Esta actitud de rebelión ha sido
descrita así: “Un rostro iracundo, un puño cerrado y amenazante, y el
blanco de todo esto: Dios Todopoderoso”.
b. El
hombre necesita ser reconciliado. Debe volver a Dios arrepentido y
sumiso para llegar a ser un súbdito leal. En Lucas 14:31,32 tenemos un
rey (el pecador9, reuniendo sus fuerzas y tomando consejo consigo mismo
para ver si puede, con su despreciable ejército de pecados, deseos,
opiniones, resoluciones y voluntad, enfrentarse a los 20.000 santos
requisitos, propósitos y preceptos de Dios. Por fin decide buscar
condiciones de reconciliación. Estas son simples. El pecador debe
confesar su rebelión, creer el evangelio y rendirse incondicionalmente a
Cristo. Así vendrá bajo la benéfica autoridad y señorío de Aquel por
cuya sangre fue hecha la paz (Col. 1:20; 2Co. 5:19-21).
6. Es un criminal que necesita
justificación.
El pecado es un delito contra el santo
trono de Dios y su gobierno moral. Cada creyente debe saber lo que la
Palabra de Dios dice sobre el pecado.
a. El
hombre es pecador por naturaleza. Esto quiere decir que nació en este
mundo con una naturaleza diametralmente opuesta a Dios (Sal. 51:5). A
esta naturaleza se le llama “la carne” y ella ama todo lo que Dios
aborrece y viceversa (Ro. 8:5-9). Una persona no tiene que pecar para
llegar a ser pecadora, sino que peca porque es pecadora. La naturaleza
pecaminosa es la raíz de la cual las palabras y los hechos pecaminosos
son los frutos (Mr. 7:21,23; Jer. 17:9).
b.
El hombre es pecador por elección y por práctica. Esta naturaleza
pecaminosa pronto se pone en evidencia por los pensamientos
pecaminosos cobijados en la mente, las palabras que escapan de los
labios, las acciones pecaminosas en la vida y una actitud general
pecaminosa con respecto a Dios. Dios ofrece un retrato de cuerpo entero
del pecador en Romanos 3:10-19,23. todo pecado , sea contra nosotros
mismos o contra nuestros semejantes es, en primer lugar, contra Dios
(Sal. 51:4). La enormidad del delito se determina según la persona
contra quien se haya cometido, y todo pecado es un crimen contra Dios
(Os. 7:2; Am. 5:12; Sal. 14:2,3; Ro. 1:28-32; Tit. 3:3). Dios aborrece
los pecados que cometemos con la mente (Mt. 5:28), con palabras (Mt.
12:34-37) y con Hechos (Jer. 44:3,4; Pr. 6:16-19).
c. El
hombre necesita justificación delante de Dios. Justificar es declarar
justo. Justificación es el acto de Dios por el cual El declara justo al
pecador que confía en el sacrificio expiatorio de su Hijo Jesucristo y
lo recibe como Salvador y Señor. Es mucho más que perdón, porque Dios ve
al creyente como si nunca hubiera pecado (Ro. 3:24-26; 5:1,2; Gá. 2:16).
7. Es un deudor que necesita perdón.
a.
El pecador está en bancarrota. No puede pagar su deuda con Dios. El
hombre debe a Dios una vida de obediencia a sus leyes, honra a su padre
y servicio a su causa. En todo esto ha fracasado miserablemente (Lc.
7:41,42). Dios ha dado al hombre la vida y todas sus facultades y un día
el hombre tendrá que dar cuenta a Dios (Ro. 14:12). Muchos se imaginan
que pueden pagar su deuda ya contraída firmando pagares de vivir una
vida mejor en el futuro, peo todas estas esperanzas son vanas. Ni buenas
obras, ni lágrimas, ni ejércitos piadosos, ni buenas resoluciones pueden
pagar la deuda.
b. Dios,
ha provisto el perdón. No puede absolver, cancelando esa deuda, gracias
a la obra de su Hijo. Cristo asumió nuestra responsabilidad y pagó la
deuda con su sangre preciosa (Is. 43:25; 44:22; 55:7; Mi. 7:18,19: Hch.
3:19; 13:38; Col. 2:13).
LECCIÓN 4
REQUISITOS PARA EL EVANGELISMO PERSONAL
(Cont.)
III. AMOR Y OBEDIENCIA A CRISTO EL SEÑOR.
Si verdaderamente le amamos, le
obedeceremos (Jn. 14:15, 23; 15:10; 1Co. 13:4-7; 2Co. 5:14). El amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones para ser manifestado en
nuestras vidas. Solamente en la medida que el amor de Cristo nos
constriña tendrá valor nuestro servicio. Si no es inspirado por el amor
de Cristo, el servicio será frío y mecánico.
Nuestro amor a Cristo se mide por el
grado de sacrificio que hacemos por El. El nos amó y se dio a sí mismo
por nosotros (Gá. 2:20). A nosotros nos corresponde hacer lo mismo por
El, ocupándonos de todo corazón de la tarea tan cercana a su corazón: la
de llevar el mensaje de salvación a los perdidos. Nuestra inversión en
tiempo, energía, oración, estudio y abnegación será bien recompensada en
“aquel día” (2Ti. 4:4-8).
IV. CONOCIMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS
(2Ti. 2:15).
Esto es de gran importancia. Todo
creyente debe adquirir, lo más rápido que le sea posible, un
conocimiento general y práctico de la Biblia. Ella es su caja de
herramientas en el evangelismo personal. Debe estar seguro de la
inspiración divina de las Escrituras (2Ti. 3:15,16). Debe estudiarla con
determinación y concentración. Debe citarla con convicción y fervor y
debe usarla con habilidad y constancia. Hay cuatro razones para buscar
un conocimiento profundo de la Palabra de Dios.
1. Produce convicción de pecado.
a.
Es una palabra viva (Heb. 4:12). Posee la indescriptible cualidad
ganadora y sustentadora de la vida espiritual. Es como una semilla que
tiene en sí misma el principio de vida (1P. 1:23).
b.
Es poderosa, vigorosa, y activa. Muchos son salvos por medio de un texto
sin oír una sola palabra de un sermón (Ro. 1:16; 1Ts. 2:13).
c.
Es cortante. Es una espada (Ef. 6:17). Úsela, cítela, y deje que haga su
trabajo (Hch. 7:54). Como un arado, abre un surco y revela lo que yace
escondido bajo la superficie.
d. Es
penetrante. Puede llegar a lo más recóndito del corazón humano y exponer
los pensamientos e intentos. Es un “crítico” que acertadamente describe
al pecador y esto explica su impopularidad (Heb. 4:12,13).
e. Hace
separación. Separa entre el alma y el espíritu, entre lo natural y lo
espiritual, entre los salvos y los perdidos, entre el profesante vacío y
el poseedor de la verdad.
2.
Revela el camino de salvación (2Ti.
3:14,15). Úsela cuando trate con las almas porque les muestra su
necesidad de salvación y la clase de salvación que necesitan.
3.
Da certidumbre de salvación (1Jn.
5:13). Solamente un “Así dijo YaHuWeH” puede traer certidumbre:
a. de
salvación (Ro. 10:9, 10; Jn 5:24).
b.
de que la salvación es segura (Jn. 10:27-30; Ro. 8:35-39).
c.
de bendiciones futuras (Jn. 14:1-3)
Cada alma debe echar su ancla en la
Palabra de Dios.
4.
Es la mejor guía para la vida.
Arroja luz sobre cada problema que pueda surgir (Sal. 119. 105, 130; Pr.
6:20-24; 2P. 1:3,4).
V. BUENA SALUD ESPIRITUAL (vida piadosa).
Una vida llena del Espíritu y guiada por
el Espíritu es esencial para el ganador de almas (Ef. 5:18; Jn. 16:13,
14; Zac. 4:6). A esta condición se llega mediante varias cosas:
1.
La presentación de nuestro cuerpo (Ro.
3:13; 12:1-3). Nuestra vida primero llega a ser justa, luego será útil.
Primero viene el “ser”, luego el “hacer” algo por el Señor. Debemos
poner todo lo que somos y tenemos a su disposición para ser lo que El
quiere que seamos, hacer lo que El quiere que hagamos y para ir donde el
quiere que vayamos.
2.
La práctica de la oración.
La obra es de Dios, por lo tanto debemos consultar mucho con El. Dios
inspira, oye y contesta la oración de fe. La oración es confesión de
nuestra incapacidad y confianza en el poder divino para suplir todo lo
que hace falta. Debemos orar pidiendo oportunidades para trabajar y
sabiduría y dirección en el trabajo (Stg. 1:5,6; Jer. 33:3; Jn.
14:12-15; Mt. 17:21).
3.
La pureza de nuestra vida.
Una vida limpia es escensial para el servicio porque Dios sólo utiliza
instrumentos limpios. Necesitamos pureza de pensamientos (Fil. 4:8), de
palabra (Ef. 4:25), de hechos (1P. 2:11,12; 2Ti. 2:21).
4. El propósito de corazón, una santa
determinación de obedecer a la Palabra de Dios.
5.
La mansedumbre y humildad.
“Encaminará a los humildes” (Sal. 25:9). La mansedumbre es fuerza bajo
perfecto control, no es debilidad. El Señor Jesús es ejemplo perfecto de
esto (Mt. 11:28-30). Debemos reconocer nuestra insuficiencia y confiar
en la fortaleza que el nos da. Así seremos humildes, pero no serviles.
Tendremos confianza, pero no presunción (Jn. 15:5; 2co. 3:5,6; 12:7-10).
VI. ÁNIMO Y FORTALEZA
Existe una timidez natural en todos
nosotros. Trumbull confesó que él era tan tímido después de servir al
Señor 50 años como lo fue al principio. Algunos creyentes son más
tímidos que otros. (Jer. 1:8-10; Is. 12:2,3; Jos. 1:9; Sal 34:4). Dios
conoce nuestro carácter y junto con sus órdenes, nos da el poder para
cumplirlas.
El verdadero valiente es el que sigue
adelante aunque sienta miedo. Para nuestro consuelo, pensemos que la
persona a quien nos dirigimos está tan asustada de nosotros, como
nosotros lo estamos de ella, así que: ¡Animo! ¿Tenemos miedo? Leamos
Salmos 27:1,14; 56:3; Is. 12:2. ¿Somos débiles? Leamos Isaías
40:29-31; Efesios 1:19; 6:10; Romanos 14:4.
VII. SABIDURÍA Y DIRECCIÓN DIVINA.
Esto incluye el uso de tacto en el
acercamiento. El tacto lo aprenderemos por la práctica constante.
Debemos ponernos en el lugar de la otra persona. ¿Cómo nos gustaría que
se dirigieran a nosotros?
El tacto se ha descrito como el arte de
ponernos en el lugar de otros, descubriendo sus necesidades para
suplirlas, sus prejuicios para conciliarlos, sintiendo qué es lo
correcto y adecuado, para decir y hacer lo que conviene, en el momento
propicio, sin ofender innecesariamente. Tacto significa “tocar”. Debemos
tocar las almas en el lugar apropiado, en le momento propicio y de la
manera más eficaz. Se ha dicho que la combinación ideal para el obrero
es una mete fresca y un corazón ardiente.
Un hermoso ejemplo de tacto se encentra
en Juan 4. En este pasaje vemos que Cristo usa tacto:
1. Al
hacer lo oportuno y adecuado a las circunstancias (v.7).
2. Al
descubrir lo que necesitaba la mujer y suplir esa necesidad (vs. 9-15).
3.
Al hacer a un lado sus perjuicios (vs. 9,29).
4. Al
dirigir la conversación de tal manera que ella no pudiera escapar de las
demandas de Dios (vs. 16-19).
Nosotros necesitamos orar pidiendo
dirección y sabiduría:
1.
Para saber a quien hablar.
Es imposible hablar con todos, pero hay personas a quienes Dios desea
que nosotros les hablemos (Hch. 8:29). Esto requiere vigilancia y pronta
obediencia a la dirección de Dios. El Dr. Torrey acostumbraba a orar al
Señor que hiciera sentar junto a él, cuando viajaba en el tren, a
quienes debiera hablar del evangelio. Otro siervo del Señor acostumbraba
considerar que era el deseo del Señor que todos aquellos que le
preguntaran la hora oyeran de sus labios acerca de la salvación. Todas
las tardes paseaba en un parque y nunca le faltó una oportunidad para
ocuparse en el evangelio personal.
2.
Para saber que decir y como decirlo.
¿Cómo debemos acercarnos a cada individuo? Para esto necesitamos
sabiduría mayor que la nuestra.
En resumen: El evangelismo personal debe
hacerse en un espíritu de oración, en absoluta dependencia del Señor,
con la mansedumbre que caracterizó al Maestro, con sincero fervor y
confiando en el Salvador que presentamos y en la eficacia del evangelio
que proclamamos.
LECCIÓN 5
IMPEDIMENTOS AL EVANGELISMO PERSONAL
Ya que el ganar almas por medio del
evangelismo personal es tan esencial y tan çbendecido por Dios, ¿Por qué
no hay más creyentes que se ocupen practicándolo? Esta lección tratará
de responder a esta pregunta, considerando negativamente lo que hemos
estudiado positivamente en las dos lecciones anteriores.
1. TEMOR DEL HOMBRE (Pr. 29:25).
Muchos creyentes se han dejado amordazar
por el temor de quedar mal ante los hombres. La posibilidad de que sus
amigos mundanos o cristianos carnales los consideren “raros” ha
despojado a miles del privilegio de testificar para Cristo. ¡Que
tragedia!
El camino que Dios escoge para su pueblo
nunca ha sido fácil. Esto lo dijo el mismo Hijo de Dios (Jn. 15:18-21;
Mt. 5:11,12). Está demostrado en los Hechos, donde la historia de la
iglesia primitiva es de persecución. Las epístolas muestran que el
“escándalo de la cruz” no ha sido quitado (Gá. 5:11). Se ha señalado que
la cruz es una ofensa a la:
1. Moralidad, porque ni las obras ni el
carácter pueden hacer apto al hombre para la presencia de Dios (Gál.
2:16)
2. Filosofía. Porque la cruz apela a la
fe y no a la razón humana (1Co. 1:19-31).
3. Cultura, porque sus verdades se
revelan a “los niños” (Mt. 11:25).
4. Sociedad, porque Dios elige a los
pobres y humildes (Stg. 2:5)
5. Voluntad, porque exige redención
incondicional (Ro. 8:7,8).
Vivimos en un mundo que despreció,
rechazó y crucificó al Señor de la gloria, y su actitud hacia El no ha
cambiado. Por lo tanto, el cristianismo debe enfrentarse valerosamente a
la oposición que se levantará cuando él testifica de su Maestro y busca
servirle.
Los propagandistas de cultos falsos no
son tímidos en la propagación del error. Los vendedores no sufren
complejos de inferioridad cunado van de casa en casa ofreciendo su
mercancía. Los agentes de seguros no se avergüenzan al señalar las
ventajas de tomar una póliza de seguro de vida. Como “embajadores de
Cristo” debemos salir, bajo sus órdenes, a testificar de su poder y a
representar dignamente al que nos salvó por su gracia. (2Co. 5:20; Hch.
4:13).
II. FALTA DE ORACIÓN
“El siervo de YaHuWeH” nos ha dejado un
ejemplo en la oración como en los demás aspectos d la vida (1P. 2:21).
¡Cuántas veces leemos en los evangelios que El oraba, algunas veces toda
la noche! Si El necesitaba orar, ¡Cuánto más nosotros!
Uno de los factores que contribuyeron a
la tragedia del hundimiento del trasatlántico “Titanic” fue el hecho de
que el vapor “California”, que estaba cerca tenía tapados los fuegos de
sus calderas y el telegrafista dormía. Las señales de peligro del barco
que se hundía pasaron desapercibidas. Estaba fuera de contacto y la
oportunidad de cubrirse de gloria, participando en el rescate de las
víctimas, se perdió para siempre.
La oración prepara al siervo de Dios para
conocer y hacer la voluntad del Maestro. Descuidar la oración es perder
la sensibilidad a la dirección del Espíritu (Is. 11:2,3). El cristiano
que no tiene tiempo para orar esta demasiado ocupado. Debemos buscar y
tomar tiempo para suplicar ante el trono de la gracia si queremos que
nuestro servicio sea eficaz (Lc. 18:1; 6:12; Mt. 9:37,38; Stg. 5:17; 1S.
12:23).
III. PECADOS ABRIGADOS SECRETAMENTE
Cualquier hábito dañino que contamina la
conciencia, obscurece las facultades espirituales, debilita nuestra
sensibilidad a la dirección del Espíritu y nos despoja de la
comunicación con Dios y del gozo en su servicio debe ser reconocido como
pecado y resueltamente abandonado (Sal. 51:12,13).
Juan termina su primera epístola con las
palabras “Hijitos, guardaos de los ídolos”. Un ídolo es cualquier cosa
que desaloja a Cristo de la preeminencia en nuestra vida y obscurece
nuestra visión espiritual. Puede ser algo legítimo en sí mismo pero si
desplaza a Dios de nuestro afecto debe ser desalojado. Cada cosa en la
vida es un peso o una ala: impide o ayuda. Dejemos todo “el peso” (Heb.
12:1). Nada puede valer lo suficiente para compensar la pérdida ante el
tribunal de Cristo (1Co. 3:11-15; 9:27)
IV. IGNORANCIA DE LA PALABRA DE DIOS
Muchos no dicen nada porque no tienen
nada que decir, y no tienen nada que decir porque nunca escuchan la voz
de Dios. Los niños aprenden a hablar por el oir y así debe aprender el
hijo de Dios (Is. 50:4,5). Necesitamos oídos abiertos si hemos de tener
labios abiertos (Sal. 51:15).
Así como el médico estudia y repasa sus
libros, debemos aplicarnos a las Escrituras para aprender lo que Dios
dice sobre la enfermedad del pecado y el remedio.
Algunas veces durante el curso de
reuniones evangelísticas, se le pide a uno que ha sido creyente por
muchos años que hable con una lama ansiosa de la salvación; pero a veces
responden: “LO siento, pero yo no tengo experiencia en esas cosas”.
¿Será posible? ¿Habrá creyentes que no sepan conducir una alma a Cristo?
Se teme que hay muchos creyentes así, pero no tiene excusa que valga.
Todo creyente debe procurar obtener suficiente conocimiento para poder
servir a su Señor. (Pr. 2:1-6; 3:13-18; Tit. 1:9; 1Ti. 2:4).
V. EGOISMO (Amor a la comodidad propia).
Ganar almas no es una obra fácil porque
demanda esfuerzo, abnegación y es menester hacer una inversión de
tiempo, energías y dinero. Muchos están preparados para hacer esta clase
de esfuerzo para el adelanto de su negocio, pero no para los “negocios
del Padre” (Lc. 2:49).
La preservación propia es la primera ley
de la naturaleza; pero ciertamente no lo es de la gracia (2Co. 5:14,15;
Lc. 14:26,27; Ro. 12:11).
Cuando le preguntaron a Carey cuál era su
negocio, contestó: “Mi negocio es predicar el evangelio. Remiendo
zapatos para sufragar los gastos”. Muchos creyentes jóvenes que no
demuestran deseos de ir a predicar el evangelio en obediencia al mandato
del Señor, responden al se reclutados por su patria, cambiando la
comodidad de la civilización por los horrores de la guerra. Seguramente
no hay duda sobre cuál es el llamado más importante. Si por la patria,
¿Por qué no por Cristo?
Garibaldi, el libertador de Italia, dijo
a aquellos que se ofrecieron para seguirle: “les ofrezco penurias,
hambre, harapos, sed, noches de insomnio, pies lastimados, innumerables
privaciones…y victoria en la más noble causa que jamás les ha llamado”.
IV. INDIFERENCIA (Falta de preocupación
por los perdidos)
Notemos la compasión de Cristo por los
perdidos. Suya era la compasión de un pastor por la oveja perdida (Mr.
6:34), de un médico por su paciente (Mt. 14:14), de un benefactor por
los hambrientos (Mt. 15:32), de un consolador de los acongojados (Lc.
7:13) y de un libertador de los oprimidos (Mr. 5:19). Debemos
preocuparnos por nosotros mismos si no sentimos preocupación por los
demás. Juan knox exclamó: “Dame Escosia, o muero”. Notemos la ansiedad
de Pablo (Ro. 9:1-3). Consideremos el clamor de Jeremías (Jer. 9:1) y
las lagrimas de Cristo sobre Jerusalén (Lc. 19:41). La diferencia
desaparecerá si consideramos en la presencia de Dios:
1. Las declaraciones de Dios don
referencia a los perdidos (Ro. 3:10-19; 6:23; 1co. 1:18).
2. El amor de Dios manifestado en el ldon
de su Hijo (1Jn.4:9; Jn. 3:16)
3. El amor de Cristo demostrado por el
sacrificio de sí mismo en la cruz por los pecadores (1Juan 3:16).
4. El terrible destino de los que
rechazan a Cristo (Ap. 20:11-15, Mr. 9:43-48; Mt. 25:30-46).
Se cuenta la historia de un buscador de
oro que volvía a su hogar por barco. Llevaba su preciado polvo de oro en
un cinturón especial alrededor de su cuerpo. El barco se incendió no
lejos de la costa y, siendo un buen nadador, calculó que aún con el peso
del oro podría nadar sin dificultad hasta la costa. Mientras
esperaba para abandonar el barco una niña se le acerco y le preguntó con
lágrimas en los ojos: ¿Podría ud. llevarme a mi?” Entonces comenzó la
lucha. El sabía que no podía llevar su oro y a la niña también. Una de
las dos cosas tendría que hundirse en el mar. Tirando su cinturón lleno
de oro tomó a la pequeña y nado hacia la costa. No seamos sordos al
clamor de los millones sin Cristo que necesitan la ayuda que les podemos
brindar. Echemos a un lado todo impedimento: ganancias personales,
placer, comodidades y consagrémonos a la tarea de llevar almas perdidas
a la seguridad que les ofrece Cristo.
LECCIÓN 6
OBJETIVO DEL EVANGELISMO PERSONAL
En las primeras cinco lecciones nos hemos
ocupado principalmente con las cualidades del obrero personal, porque
esto es de suprema importancia. Ahora hemos llegado al objetivo del
trabajo.
El objetivo del Evangelismo personal lo
es de cada ser humano pero, para estudiarlo con provecho agruparemos a
la humanidad en varios grupos. Por ahora describiremos a cada grupo, más
tarde notaremos el método de trabajo que debe usarse al tratar con cada
uno de estos grupos.
I. EL DESCUIDADO O INDIFERENTE.
Este es, por lo general, el tipo más
común y quizás el más difícil. El hombre de la actualidad es
absolutamente indiferente a las realidades eternas. Está sumergido en
sus negocios, su hogar y sus placeres. Estos son sus horizontes y no
desea ver más allá. Si algún pensamiento de Dios, del pecado, la muerte
o la eternidad llega a penetrar en su mente, lo desecha lo más rápido
posible. No agita sus puños contra la deidad ni niega la existencia de
Dios, pero ordena su vida como si Dios no existiera. Su lema es:
“Comamos, bebamos, y estemos alegres.” No hay Dios en todos sus
pensamientos (Lc. 12:19; Sal. 10:4).
La tarea aquí es sacudir a esta clase de
persona y despertarla a conciencia de su necesidad y peligro (Jn. 1:6).
II. EL ENGAÑADO.
Estos también son un grupo numeroso. Han
escuchado enseñanzas falsas y no conocen la verdad. Muy a menudo el
error que los ciega parece tener fundamento en la Palabra de Dios, pero
esto se debe a una tergiversación de las Escritores o a una falsa
interpretación del texto que por lo general ha sido divorciado de su
contexto en las Escrituras (2P. 3:16). Una de las señales de “los
últimos días” es la multiplicación de maestros falsos y doctrinas
erróneas (1Ti. 4:1-3; 2Ti. 3:1-7; 4:3; Mt. 7:15, 16; Hch. 20:29). No
importa cuán irrazonable, ilógica y antiestructuraria sea la enseñanza,
siempre habrá aquellos que presten oídos a ella aún se convierten en
entusiastas propagandistas del error. En efecto, los adeptos a doctrinas
erróneas son casi siempre más celosos en su trabajo que los que conocen
la verdad divina.
Entre los engañados están muchos que
creen que son evangélicos, muchos católico-romanos, Adventistas, los
llamados Testigos de YaHuWeH o Ruselistas, Espiritistas,
Teosofistas, etc. Nuestra tarea es librarlos del error mediante el uso
inteligente de la Palabra de Dios. Esta es una tarea difícil porque
parece que el error ejerce una influencia hipnótica sobre sus víctimas y
las despoja de la capacidad de pensar con claridad y argumentar
lógicamente.
III. EL OBJETANTE
Esta persona está llena de objeciones,
muchas de ellas de segunda mano aunque trata de convencerse que son
originales e incontestables. Pone en duda la autoridad de la Biblia
porque dice: “Esta llena de contradicciones”. Se opone vigorosamente a
ser clasificado como un pecador perdido y culpable que no puede salvarse
por esfuerzo propio. Es muy severo al hablar de los “hipócritas” y no le
importa insinuar que todos los obreros personales pertenecen a esta
categoría. Estas personas quieren saber porque Dios permite esto o
aquello y señalan toda la injusticia que prevalece en el mundo. Cuando
están en su aprieto hasta llegan a mostrar interés en la obra misionera
y preguntan: ¿Qué sucederá con los paganos?
La tarea aquí es responder a estas
objeciones con paciencia y cortesía y esto no es tan difícil porque las
objeciones son casi siempre las mismas. Muchas veces son solamente una
excusa o un pretexto para continuar en el pecado.
IV. LOS AGNOSTICOS, ESCEPTICOS Y ATEOS
1. El agnóstico declara que ninguno puede
saber que Dios existe, que ninguno puede probar que la Biblia es la
Palabra de Dios, o que hay cielo o infierno. Niega la posibilidad de
Dios, o que hay cielo o infierno. Niega la posibilidad de saber con
seguridad las verdades que componen la doctrina fundamental de la fe
cristiana.
2. Los escépticos confiesan con franqueza
su incredulidad en la existencia de Dios y en la Biblia como revelación
de Dios. Son incrédulos y no titubean en expresar su desprecio por la
cristiandad y por el Dios de la cristiandad.
3. El ateo niega llenamente que hay un
Dios y busca explicar los milagros de al creación y las maravillas de al
naturaleza como el resultado de las fuerzas naturales.
La tarea aquí es mostrar que Dios sí
existe y que se ha revelado a los hombres en la creación, por las
escrituras, pero particularmente en su Hijo, el Salvador de todos los
hombres.
V. EL QUE TIENE EXCUSAS.
Este tiene inagotable raudal de excusas
con las cuales cubre las verdaderas razones que tiene para no confiar en
Cristo. Alguien ha dicho que una excusa es la explicación de u
fracaso. No son nuevas las excusas, las vemos en el jardín del Edén y
han prevalecido hasta la actualidad (Gn. 3:10, 12,13; Lc. 14:18).
La tarea aquí, como en el caso del
objetante, es responder a cada excusa con razones bíblicas y lógicas que
muestran lo irrazonable de la excusa.
VI. EL IGNORANTE O PAGANO.
Estros nunca han oído el evangelio, nunca
han leído alguna literatura que les enseñe acerca de Dios, de Cristo y
de la salvación. Esta clase es mucho más numerosa de lo que sospechamos
porque hay muchos entre nuestros vecinos que son tan ignorantes del
cristianismo como el nativo de la más remota tribu pagana.
La tarea aquí es iluminarlos con la
Palabra de Dios. Esta es al tarea del misionero que penetra en
religiones donde nunca se ha oído el evangelio.
VII. EL ANSIOSO
Esta persona ha sido convencida de su
pecado y siente su necesidad de salvación, pero todavía no es salva. Le
gustaría serlo, pero no sabe cómo. Hay muchas de estas personas, más de
lo que pudiéramos pensar. Esperan que alguien les hable y es un día
feliz cuando el pecador convencido y ansioso se encuentra con un ganador
de almas ferviente y capaz.
La tarea aquí es guiar al alma ansiosa a
una inteligente apreciación de la obra de Cristo, a que reciba a Cristo
como su Salvador y le reconozca como Señor y Dueño.
VIII. EL OBSCURECIDO (Turbado o
confundido).
Esta persona está convencida de su
necesidad, conoce el evangelio, pero quizá un obrero sin inteligencia ha
tratado con él. Esta lleno de temores y angustia. Se ocupa mucho con sus
sentimientos y dudas. Piensa que ha cometido el pecado imperdonable, que
para él ya pasó el día de la gracia, o se lamenta: he probado antes y
fracasado.
La tarea aquí es tenderle la mano de
ayuda, con la Palabra de Dios en ella y procurar hacerle contemplar, a
Cristo en vez de contemplarse a sí mismo, y hacerle confiar en la
Palabra de Dios en vez de en sus sentimientos.
IX. EL QUE SE HA APARTADO DEL SEÑOR
¡Ay, cuántos de éstos existen! Antes eran
cristianos que se gozaban en el Señor, pero ahora son los más miserables
de los hombres. Han perdido el gozo de su salvación y, en algunos casos,
la certidumbre de ella. Como Noemí tiene que decir: “No me llaméis Noemí
(Placentera), sino Mara” (Amarga). (Rt. 1:20). Han colgado sus arpas en
los sauces y no tienen canción (Sal. 126:1-4; 137:1-4).
La tarea aquí es buscar la
restauración por medio de la confesión y abandono del pecado para que le
apartado pueda otra vez gozarse en el Dios de su salvación..
X. EL CRISTIANO DESALENTADO
El desaliento puede ser resultado de
algún revés en los negocios, trastornos en la salud, problemas en la
familia u otros problemas en la vida. El que se encuentra en esta
condición ni puede ni quiere ayudar a nadie.
La tarea en un caso de estos es tratar de
“confortar su mano en Dios” (1S. 23:16; 2Co. 1:3,4; 1Ts. 5:14). Haciendo
estos seremos “cooperadores con la verdad” (3Jn. 8).
LECCION 7
METODOS DE EVANGELISMO PERSONAL
Con referencia a métodos en el trabajo de
ganar almas reconocemos que hay “muchos hombres, muchas mentes y, muchos
métodos”. No se pueden trazar reglas inflexibles, solamente podemos
establecer ciertos principios generales porque los métodos varían con el
individuo y con la dirección de Dios.
No hay dos seres humanos exactamente
iguales porque cada persona posee una personalidad individual que le
distingue de los demás. La personalidad consiste en intelecto, voluntad
y emociones que se expresan en lo que sabemos, hacemos y sentimos.
La tarea del ganador de almas es establecer contacto con el intelecto,
hacer vibrar las emociones y cautivar la voluntad a Cristo y “nuestra
suficiencia es Dios solamente” (2Cor. 3:5,6).
Sin embargo, hay ciertas características
que son comunes a toda la raza humana. “Como con el agua en el rostro
corresponde al rostro, así el corazón del hombre al del hombre” (Pr.
27:19). Esto significa que podemos vernos reflejados en nuestros
semejantes. Mis reacciones son semejantes a las de mis prójimos. ¿Me
gusta el trato cortés y amable? A él también le gusta. ¿Detesto la
intolerancia, la arrogancia, la condescendencia? El también las detesta.
El estudio de algunos personajes del
Nuevo Testamento que fueron atraídos a Cristo nos ayudará a conocer los
métodos que podemos emplear.
Saulo de Tarso era un hombre resuelto,
fanático e impulsivo. En el caso suyo, el Señor apeló a su voluntad, por
eso Saulo responde diciendo: “Señor, ¿Qué quieres que haga?” (Hch. 9:6).
El eunuco fue alcanzado a través del
intelecto. Felipe le preguntó: “¿Entiendes los que lees? (Hch. 8:30).
En el caso de Lidia son las emociones las
que ocupan el lugar principal, porque leemos: “El Señor abrió el corazón
de ella” (Hch. 16:14). Lo que no hubiera dado resultado en el caso de
Saulo o del eunuco, la conmovió a ella profundamente.
En el carcelero de Filipos la conciencia
fue despertada por el terremoto, produciendo convicción de pecado y
miedo. ¿Qué hubiera pasado si este método hubiera sido aplicado a Lidia?
Hubiera muerto del choque nervioso.
La naturalidad en nuestros métodos es lo
mejor. Siempre hay el peligro que querer imitar a otros y así llegamos a
ser artificiales. Es bueno observar a otros cuando hacen la obra
personal, también debemos escuchar los consejos de obreros
experimentados, pero al salir a trabajar debemos actuar con naturalidad.
David nos da un buen ejemplo rehusando llevar la armadura de Saúl (1S.
17: 38,39). Aceptamos las sugerencias que nos parezcan buenas, pero
aprenderemos más de nuestros errores cometidos en la práctica.
Consideramos en seguida tres cosas:
algunos principios generales, algunas formas de acercamiento y algunos
ejemplos de acercamiento.
I. ALGUNOS PRINCIPIOS GENERALES.
1. Cosas que debemos hacer.
a. Diagnosticar
el caso. Esto sólo se puede hacer mientras nos habla la persona con
quien tratamos, tal vez respondiendo a preguntas atinadas que le
hacemos. En esta forma podemos descubrir a cuál de los grupos que hemos
estudiado pertenece esta persona. Esto es lo que hace un médico al
escuchar mientras el paciente describe sus síntomas; luego hace algunas
preguntas para aclarar el caso. Algunas preguntas que podemos hacer son
las siguientes: ¿Qué cree ud. que significa ser cristiano? Las
respuestas a estas preguntas darán buena orientación para lo que siga.
b. Describir
la enfermedad. Aquí es de suma importancia que la descripción sea
completa y fiel. Usando diestramente la espada de la Palabra de Dios,
debemos explorar profundamente y exponer el cáncer del pecado. No seamos
de los obreros que dicen “paz, paz” (Jer. 8:11). Mostremos que el hombre
nace en pecado, que tiene un corazón engañoso, culpable de malos
pensamientos, palabras y hechos, que es incapaz de salvarse a si mismo y
que es condenado eternamente, si muere en su pecado. Todo orgullo y
autosuficiencia deben desaparecer y solamente la Palabra de Dios puede
producir este efecto. En Efesios 6:17 dice que la espada del Espíritu es
la Palabra de Dios. Por “la Palabra de Dios” debemos entender que se
trata del texto adecuado, aplicado a la persona en al forma adecuada y
en el momento adecuado. Para esto es imprescindible la dirección del
Espíritu y el reconocer que “La salvación es de YaHuWeH” (Jon. 2:9)
c. Recetar
el remedio. En esto también procuremos ser sencillos,
basando cada paso en la Palabra de Dios. Averigüemos, mediante
preguntas, si la verdad que buscamos enfatizar es captada. Dejemos que
la persona exprese con sus propias palabras lo que entiende de la
Escritura que ha leído y así podremos juzgar si entiende bien el pasaje.
Una vez que haya comprendido su condición como pecador perdido, hablemos
del amor de Dios mostrado en el don de su Hijo. Pongamos en alto la obra
redentora de Cristo en la cruz, señalando que es todo suficiente
para suplir su necesidad. Expliquemos sencillamente el camino de
salvación y lo que significa creer la Palabra. Recibir al Salvador y
confesarle como Señor (Ro. 10:9,10).
d. Advertir
el peligro, y hacerlo fielmente, porque “fieles son las heridas del
que ama”. Existe el peligro de morir en el pecado (Jn. 8:21), de
endurecer el corazón (Heb. 3:12-15; Pr. 29:1), de resistir contra el
Espíritu (Hch. 7:21), de demorar demasiado (Heb. 2:3; Pr. 27:1) y de que
la segunda venida de Cristo nos encuentre desprevenidos (Mt. 25: 1-13;
Lc. 13:24,25).
e. Instar
a una decisión inmediata, pero sin forzarla. Debemos evitar el
evangelismo de alta presión y la salvación por fórmula. La fórmula busca
una respuesta afirmativa a una serie de preguntas. Por ejemplo: “Ud. es
un pecador. ¿No es verdad? “Si” “¿Ud. cree que Cristo murió por los
pecadores?” “Si” “Entonces debe por haber muerto por Ud. ¿no es cierto?”
“Si” “¿quiere Ud. confiar en el como Salvador?” “Si” “Bueno, entonces
ud. ya es salvo”. De esta manera todo lo que debe hacer una persona es
decir “Si” cuatro veces y ya es salva.
Es preferible que, después de haber hecho
claro el mensaje del evangelio, se pregunte: ¿Qué piensa ud. hacer ya
que profesar haber visto su necesidad de la salvación y la provisión que
Dios ha hecho para esta necesidad? Que conteste con sus propias
palabras. Si declara su intensión de confiar en Cristo, sería
conveniente arrodillarse con él e invitarle a decir al Señor Jesús, con
sus propias palabras, que lo recibe como Salvador.
f. Establecer
que la base de la seguridad es la Palabra de Dios, señalando pasajes
como Juan 3:16; 5:24; 10:9; 1Juan 5:13.
g. Animar
a que haga una confesión de fe en Cristo ante sus
familiares y amigos (Rom. 10:9,10; Sal. 27:1; 2Ti. 1:12; Mr.
5:19).
2. cosas que debemos evitar.
(Aquí consideramos principalmente lo que
puede suceder después de una reunión de predicación del evangelio).
a. no
llame la atención ud. mismo. En este momento no conviene dar un tratado
porque distraería. Converse a Cristo en el lugar prominente (Jn. 3:30).
b.
NO trate con más de uno a la vez. Esté a solas con una persona. Una
persona puede cohibirse totalmente cuando llega un tercero. Si el
tercero es creyente, que él hable a Dios mientras ud. habla con el
inquiridor.
c.
No sea ni descuidado ni extravagante en su vestir. No sea como
espanta-pájaros ni como arbolito de navidad. No sea sombrío ni frívolo.
Sea natural, humilde, alegre, pero sobre todo sincero.
d.
No monopolice la conversación. Si la persona tiene mucho que decir,
déjela que lo diga. Al fin terminará de hablar y tendrá ud. su
oportunidad.
e.
No trate con personas de sexo opuesto. Como regla general,
particularmente siendo jóvenes, hombres tratarán con hombres y mujeres
con mujeres. Pero, hay veces cuando es imposible observar esta regla,
sobre todo si la persona interesada quiere hablar con ud.
f. no
trate con una persona mucho mayor que ud. las personas mayores se
ofenden si creen que uno que es mucho más joven quiere enseñarles.
g.
Evite argumentos. Puede ganar el argumento sin ganar a la persona. El
diablo verá con agrado que ud. se ponga a discutir. Algunas veces el
inconverso recurre al argumento como cortina de humo para cubrir su
retirada.
h.
no relate su propia experiencia de salvación. Que la Palabra de Dios sea
preeminente y así él tendrá su propia experiencia.
i.
No multiplique textos. Es preferible usar dos o tres y remacharlos bien,
que citar una docena. Los textos no deben ser citados sino mostrados al
interesado en la Biblia para que él pueda leerlos por sí mismo. Así la
Palabra de Dios será honrada al recibir el lugar de su suprema autoridad
(1Co. 2:5). Deje que el alma descanse sobre: “Así dice el Señor”. Por
ejemplo: Supongamos que ud. está mostrando al interesado Juan
3:1-5. Después que haya leído estos versículos. Ud. puede preguntar:
“¿Qué señala Cristo como cosa esencial para ver el reino de Dios?” “¿A
quien dijo esto?” “¿Quién necesita nacer otra vez?” no se puede
contestar “Si” o “No” a ninguna de estas preguntas y las podrá contestar
solamente consultando la Palabra de Dios.
j. No
sea indebidamente familiar. Evite poner su mano en el hombro del
inquiridor, porque puede ofenderle.
k. no
tenga prisa. Avance lentamente. Esté seguro que el interesado comprenda
perfectamente lo que dice la Palabra de Dios. Hágale preguntas sobre lo
que ha leído Is. 28:16; Hch. 8:30). Wesley dijo: “no tengo tiempo para
estar apurado”.
l. No
pierda la paciencia, aunque tenga suficientes motivos para hacerlo (2Ti.
2:25).
m.
No diga “ud. sólo tiene que creer para ser salvo” a menos que la persona
sepa qué y a quién debe creer.
n. No
oculte lo que significa ser cristiano y confesar a Cristo como Señor. Es
decirle “adiós” al Yo. Que esto quede bien aclarado.
o.
No interrumpa a otro obrero. Si él lo llama pidiendo ayuda, entonces sí
podrá auxiliarlo. Tampoco deje que nadie lo interrumpa a ud. pero si
nota que no es capaz de tratar convenientemente con su inquiridor y hay
un obrero de más experiencia a la mano, no deje de pedir ayuda.
p. No
diga a una persona que ella es salva. Dios puede hacer eso mucho mejor
que nosotros y le convencerá más. Si nos preguntan “¿ya soy salvo?”,
volvamos otra vez a la Palabra de Dios y preguntemos: “¿Qué dice Dios?”
q.
no se desanime por el fracaso aparente. Muchas veces lo que un obrero
dice es simplemente otro eslabón en la cadena de la gracia que trae a un
pecador a Cristo. Alguien ha dicho: “Dios nunca da una sola alma a un
solo hombre”. Otros han formado impresiones antes de nosotros y otros
aprovecharán impresiones que nosotros dejamos en las vidas de las
personas con quienes tratamos. El Señor dijo: “Uno es el que siembra y
otro es el que siega. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no
labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores”
(Jn. 4:37, 38). Sigamos en la tarea porque a su tiempo segaremos si no
desmayamos (Gá. 6:9).
r.
No cierre la puerta a ninguna persona ni deje que ella le cierre la
puerta a ud. Siempre trate de dejar la impresión que la conversación
puede ser reanudada cuando ella lo desee.
s.
no tenga miedo de decir una persona que ud. no sabe la respuesta a
una pregunta. Algunas de estas preguntas han confundido a los más sabios
filósofos. Infórmele sin embargo, que ud. si sabe que Cristo ha hecho
mucho por ud.
t. No
vacile en alabar lo que esté bien en las condicione del
inquiridor. Guíelo de lo que sabe a aquello que aún no sabe.
LECCION 8
METODOS DEL EVANGELISMO PERSONAL (Cont.)
En la última lección tratamos algunos
principios generales que gobiernan los métodos de acercamiento. Ahora
trataremos:
II. LAS FORMAS DE ACERCAMIENTO.
El problema de como acercarse a una
persona es muy real y debe tenernos sobre nuestras rodillas. Debemos
orar pidiendo sabiduría y debemos cultivar diligentemente este don de
acercamiento. Debemos pedir oportunidades para conversación personal y
aprovecharlas cuando se presenten. Cometeremos muchos errores pero la
experiencia será provechosa. Enumeraremos siete formas de acercamiento y
todas ellas tienen valor.
1.
Acercamiento directo. Esto
podría llamarse “táctica de choque”. En este método llevamos la guerra
al campo del enemigo. Es la introducción abrupta al tema vital. Muchos
usan este método con muy buenos resultados y es, en muchas ocasiones, un
método indispensable por la brevedad del tiempo.
Juan Vassar, un gran ganador de almas que
concurriría a la predicación de A. L. Gordon en Boston, era un maestro
en este arte. No gastaba tiempo en preliminares sino que preguntaba
directamente a un extraño: “¿Está su alma bien con Dios?” “Amigo, ¿Dónde
estará ud. en la eternidad?” uno de sus mejores amigos dijo que no sabía
de un solo caso en que fuera rechazado por su audacia. Juan Vassar creía
que éste era el método que Dios quería que adoptase y ciertamente fue
poderosamente usado por Dios.
A mi hermano se le acercó en Londres,
Inglaterra, un caballero bien vestido que le preguntó cortésmente:
“¿Puedo hacerle una pregunta?” cuando recibió el permiso preguntó:
“¿Está su alma bien con Dios?” mas adelante, antes de terminar la
conversación, informó a mi hermano que había prometido a Dios que haría
esta pregunta por lo menos a una persona cada día.
Otro amigo nunca pregunta a una persona
si es salva porque mantiene que si la persona contesta “si”, cuando
debería haber dicho “no”, no se puede seguir adelante sin correr el
riesgo de llamarla mentirosa. El solía decir: “Es una gran bendición el
saber que nuestros pecados son perdonados, ¿no es verdad?” o tal vez:
“¡Que maravilloso es haber nacido de nuevo!” contemplaba entonces la
reacción que producían estas palabras. Si la persona contestaba con
gusto: “Sí, gracias a Dios por el perdón de mis pecados”, entonces sabía
que era creyente. Pero si titubeaba o murmuraba algo como: “Espero que
si”, mi amigo comenzaba a tratar con él acerca de la salvación de su
alma. Puede verse que hay cosas que podemos imitar en estos ejemplos de
acercamiento directo.
2.
Acercamiento indirecto. El
método anterior no es favorecido por todos. Unos prefieren iniciar una
conversación tratando sobre el clima u otro asunto para luego dirigir la
conversación al tema espiritual. Esto requiere gran habilidad que se
desarrolla con la práctica. Cualquiera que hubiera sido el tema al
principio, sin ningún esfuerzo aparente, la conversación llega al tema
principal de manera que la persona se imagina que ella misma ha
introducido ese tema.
3.
Por el arte de interrogar.
Esto consiste en preguntas hábiles que despiertan el interés y hacen que
la persona crea que ud. necesita ayuda. Tenía un amigo que era experto
en este tipo de acercamiento. Inocentemente preguntaba: “perdone, pero
¿podría decirme como puede un pecador reconciliarse con un Dios Santo?”
si la perdona respondía algo como: “Haciendo lo mejor que pueda”, sacaba
su Biblia y la abría en Efesios 2:8,9 y decía: “Eso es lo que yo solía
pensar pero este versículo dice: No por obras para que nadie se gloríe”.
Y así seguía la plática hasta que quedara aclarado como podía ser salvo
un pecador. Este hombre fue grandemente usado por Dios adoptando este
método de acercamiento.
4.
Por hacer un favor. Muchas
veces, al hacer un favor a una persona se nos presenta una espléndida
oportunidad para el contacto espiritual. Una mujer creyente supo que una
vecina estaba enferma. Fue a su casa, le hizo una taza de té, lavó los
trastes, bañó a los niños y puso la casa en orden. Luego leyó las
Escrituras a la enferma y le habló de Cristo. Toda la familia fue ganada
por este medio. El favor había desarmado toda oposición. Muchas
oportunidades como ésta esperan a la persona que realmente las busca y
está dispuesta a pagar el precio en forma de trabajo duro y
desinteresado. Tal abnegación abrirá las puertas para hablar a al gente
acerca de Cristo. Algunas madres pudieran ser persuadidas a asistir a
una reunión evangélica si alguna mujer o niña creyente ofreciera cuidar
a sus niños. Muchas madres han sido ganadas para el Salvador por este
medio.
5.
Por pedir un favor, poniéndose
así bajo obligación a la persona que concede. La mayoría de las personas
se siente halagada si se les pide un favor. Recordemos que Cristo mismo
usó este método al tratar con la mujer samaritana. Cuando reciba un
favor además de agradecerlo, podrá ud. hablar del que le hizo a ud. el
más grande de los favores al salvarle.
6.
Por entregar un tratado evangélico.
Esta es quizás la forma más fácil de acercarse a una persona. El tratado
se entrega en una forma amable y cortés y así se establece el contacto
que puede abrir el camino a una conversación más amplia. Esto puede
hacerse también con libros y sugiere la idea de tener disponibles unos
libros buenos, que hemos leído, los cuales podremos prestar al darnos
cuenta que son adecuados a la necesidad individual de alguna
persona con quien tratamos.
7.
Después de una reunión evangélica.
Esté en oración y alerta al interés que pueda mostrar una visita.
Acérquese a la visita con una calurosa bienvenida. Quizá el comentario:
“Fue un gran mensaje, ¿verdad?”, provoque una respuesta favorable y un
comienzo de conversación. Si la persona muestra poco interés, invítela a
venir otra vez y repita que será bienvenida. Es necesario cuidarse de no
forzar una conversación. Muchas visitas han sido ahuyentadas para
siempre por un creyente excesivamente celoso que insistió en forzar una
decisión.
III. ALGUNOS EJEMPLOS ESCRITURARIOS DE
ACERCAMIENTO
A.
Nuestro Salvador y la mujer samaritana (Juan
4).
1. Salió de su camino para encontrarla
(v.4)
2. No estaba atado por convencionalismo
(v.9)
3. Actuó discretamente, era medio día
(v.6)
4. Soportó molestias para lograr este
encuentro (v.6)
5. Usó tacto. Esperó hasta que estuvieran
solos (v.8), no le hizo reproches, pidió un favor (v.7), enseño una
verdad espiritual usando una metáfora sencilla (v.10), no disimuló el
problema (vs. 16,17), rehusó ser desviado cuando ella mencionó una
cuestión religiosa (vs. 19,10), superó los obstáculos que surgieron, a
saber: sexo (v.9), raza (v.9) y religión (v.20).
6. Le reveló su pecado y su necesidad
(v.18)
7. se reveló a sí mismo como el Mesías
(v. 26). Este es el objetivo de todo trabajo personal: guiar al alma al
conocimiento de Cristo.
B.
Felipe el evangelista y el etíope (Hechos
8:26-40).
1. El se acercó (v. 29). No era orgulloso
ni pretencioso. No consideró que era rebajarse el dejar la obra en
Samaria para hablar con una solo persona.
2. Obedeció con prontitud al voluntad de
Dios. No perdió tiempo. Poseía fervor santo para aprovechar la
oportunidad mientras existiese.
3. Le interrogó. No entregó un discurso
ya preparado. Averiguó qué sabía el eunuco y donde estaba
espiritualmente por medio de un interrogatorio sensato.
4. Se sentó con él. Viajaron juntos
muchas horas, tal vez varios días.
5. Usó las Escrituras para predicar a
Jesús. Permitió que la Palabra de Dios fuese leída, comprendida y
aplicada.
6. Lo guió a Cristo. Llegó el momento
cuando el etíope comprendió la verdad y se sometió a ella, creyó en
Cristo y le reconoció como su Señor.
7. Lo dejó (v. 39). Pero no lo dejó igual
a como lo encontró. No sólo tenía la Palabra en su mano sino que también
a Cristo como su Salvador, el Espíritu santo morando en él y un corazón
lleno de gozo.
LECCION 9
EVANGELISMO PERSONAL EN OPERACIÓN
Otra vez hacemos énfasis en el hecho de
que no hay reglas absolutas que podamos seguir en el trabajo personal
porque no existen dos almas iguales. A continuación damos muchas
sugerencias que pueden ser útiles pero la mejor forma de hacer
evangelismo personal es el hacerlo. La práctica produce la perfección.
Algunos casos requieren trato muy especial (Mt. 17:21). Consideraremos
cómo tratar con las distintas clases de personas descritas en la lección
seis.
I. EL DESCUIDADO O INDIFERENTE
A veces la indiferencia es solamente una
máscara para esconder una profunda ansiedad. La risa cínica a veces
encubre un corazón adolorido y un alma angustiada. El trabajo que
debemos hacer con esta clase de persona consiste en siete pasos.
1.
Despertarlos a un sentido de su necesidad.
Esto no se hace con argumentos o persuasión sino con la presentación de
las escrituras apropiadas. Es obrad el Espíritu el producir convicción
de pecado. Sólo Dios puede despertar esta preocupación y lo hace
mediante su Palabra. Por eso es tan indispensable usar “la espada del
Espíritu”. Señalemos con la Palabra:
a. La universidad del pecado (Ro.
3.10-19, 23). Pregunte lo que significa “no hay justo, ni aun uno”, lo
que se entiende por “No hay diferencia”, quienes están incluidos en la
palabra “todos”. La norma de Dios es perfección absoluta y sus justos
requerimientos se encuentran en la ley (Lc. 10:25-28). El Dr. Torrey una
vez mostró a uno que se justificaba a sí mismo que había cometido el más
grande pecado porque había quebrantado el mandamiento más grande (Mt.
22:36-40). Otras Escrituras que se pueden usar son las siguientes: Is.
53:6; Mr. 7:21-23; Jn. 3:36; 8:24. no es necesario usar todas estas
Escrituras cada vez, pero bueno conocerlas para poder usar la más
apropiada a la ocasión.
b. La certidumbre de la muerte y del
juicio que sigue (Heb. 9:27; Ro. 1:18; 6:23; 8:7,8; Hch. 17:31; Jn.
3:16; Ap. 20:11-15). Sea fiel a la verdad a la vez que amable. Cierto
cirujano acostumbraba decir al paciente a quien iba a operar: “Eche una
buena mirada a la herida y luego míreme a mí hasta que termine. Deje que
el inquiridor contemple su pecado y luego hágale contemplar a Cristo.
c. El peligro de rechazar o descuidar la
salvación (Heb. 2:3; 10:28,29; Jn. 3:36; Pr. 27:1; 29:1).
2.
Señalar a Cristo.
Cuando la persona manifieste una ansiedad genuina, dirija su mirada al
sacrificio sustitutorio de Cristo y a la justicia de Dios en la
salvación del pecador (1p. 2:24; 2Co. 5:21; Is. 53:5,6; Jn.3:16; Ro.
3:24-26).
3.
Explicar lo que significa creer. (Hch.
16:30,31). Creer es aceptar la palabra, la persona o el trabajo de otro.
Es bueno enfatizar que es el objetivo, es decir, la persona en quien se
cree (Cristo), y no el creer lo que salva. El ocuparse en creer, y no en
Cristo, hace tropezar a muchos. La ilustración clásica de creer es la
historia de Blondin, el famoso equilibrista que con éxito empujó unas
carretillas sobre las cataratas del Niágara. Se acerco a un muchacho y
le preguntó: “¿crees que te podría pasar en esta carretilla al otro lado
de las cataratas, yendo sobre ese cable?” “Sí”, respondió el muchacho.
“Muy bien súbete y te llevaré” pero el muchacho se negó, probando así
que realmente no creía.
Dios usa muchas palabras para probar lo
que significa creer:
a.
Mirar. (Is.
45.22). Esto es lo que hace un niño que mira con perfecta confianza a
sus padres para la provisión de todas sus necesidades. Así mira un
hombre a un amigo que promete pagar una deuda por él. No se trata de
visualizar el calvario sino de confiar en Cristo y su obra.
b.
Buscar.
(Is. 55:6). Esto es un acto de voluntad que es evidencia de un verdadero
deseo de conocer a Dios.
c.
Invocar.
(Ro. 10:13). Cuando un niño llama a sus padres o cuando uno que se ahoga
pide auxilio, ¿Por qué grita? Porque sabe que no puede salvarse y
necesita ayuda.
d.
Venir (Mt.
11:28-30; Heb. 7:25; Lc. 14:27). Es el movimiento del corazón hacia
Cristo. También esto es acción de voluntad. Un niño viene a los brazos
de su madre confiando que será recibido.
e.
Gustar.
(Sal. 34:8). Esto significa participar, apropiarse de algo. El aliento
no nos trae provecho a menos que sea gustado y comido.
f.
Tomar.
(Ap. 22:17). Ilustramos esto con una medicina. No le hará bien al
enfermos mientras esté en la botella. Es necesario tomarla.
g.
Amistarse (Job.
22:21) las personas se llegan a conocer después de haber sido
presentadas. El obrero cristiano busca presentar a sus amigos a Cristo.
h.
Recibir.
(Jn. 1:12). ¿Puede una persona sin brazos recibir un regalo? Si, dando
gracias por él. Lo recibe en su corazón, aunque no pueda tocarlo con las
manos.
i.
Someterse.
(Stg. 4:7) esto significa la redención incondicional de una persona a la
autoridad de otra. Cristo demanda eso del pecador.
j.
Entregarse.
(Sal. 37:5; 2Ti. 1:12). Un paciente que va a ser operado se entrega a su
médico. Se pone en sus manos sin reservas.
k.
Confiar.
(Is. 26.3, 4). Esta hermosa palabra está llena de significado. Un
hombre confía su dinero a un banco, confía su peso a una silla. Un niño
confiadamente salta de un lugar alto a los brazos de su padre.
4.
Explicar lo que significa confesar el señorío de Cristo (Ro.
10:9,10; 2Co. 5:15). Significa darle a Cristo las riendas de nuestra
vida para que El esté en control absoluto. Cristo debe ser el Señor de
todo lo que somos y tenemos.
5.
Guiar a la persona a una aceptación definitiva de Cristo.
Es bueno, si las circunstancias lo permiten, que el inquiridor se
arrodille para hacer esta decisión. Es necesario asegurar que comprende
su necesidad y que entiende el camino de salvación. Esto se puede hacer
por medio de una pregunta: “Puesto que ud. reconoce que es un pecador y
que Cristo puede y quiere salvarle, ¿Qué piensa ud. que debe hacer?” Si
él contesta: “Debo pedirle que lo haga”, entonces sugiérale que se
arrodille y que le diga eso a Cristo en voz alta, y que ud. será testigo
de esa solemne transacción. Cuando haya hecho esto, entonces ud. puede
dar gracias a Dios por esta alma que ha confiado en el Salvador.
6.
Establecer que las Escrituras son la base de la certidumbre.
No son los sentimientos sino la Palabra de Dios lo que da seguridad (Jn.
5:24; 6:47; 10:9; Ro. 10:9,10; 1Jn. 5:13). Anote algunos de estos
pasajes en un papel para que la persona recién convertida pueda
referirse a ellos una y otra vez. Aconseje la lectura diaria de la
Biblia, tal vez sugiriéndole que principie con la lectura de los
evangelios. También insista sobre la necesidad de la oración y la
alabanza
7.
Señalar la ventaja de testificar a lo que Dios ha hecho (Mr.
5.19). Haciendo esto El iza su bandera al mástil, o, usando otra figura,
quema sus naves, eliminando la posibilidad de volver atrás. Ínstelo a
vivir solamente para Cristo y a servirle con lealtad.
Tal vez sea bueno añadir una palabra
sobre el uso de tarjetas de decisión. Esto es útil siempre y cuando se
usen después de que la persona haya confiado en Cristo. De otro modo hay
el peligro de que piense que firmar la tarjeta equivale a confiar en le
Salvador. Es recibir a Cristo, no firmar una tarjeta, lo que salva. Si
se va a usar una tarjeta, es necesario asegurar que las frases que en la
tarjeta sean escriturarias y que no dejen ninguna duda sobre lo que
significa el firmarla.
No será siempre posible tratar estas
siete cosas en una sola entrevista. He visto a personas venir a una
reunión evangélica indiferentes a las cosas eternas y dentro de una hora
salen verdaderamente salvadas. He visto a otras venir a cien o más
reuniones evangélicas antes de ser alcanzadas y ganadas para Cristo. El
proceder del Espíritu es un misterio para nosotros y no debemos
adelantarnos a él. Es necesario asegurar que el inquiridor ha dado el
primer paso antes de pasar al segundo porque cada uno se basa en el
anterior y se siguen en sucesión lógica.
II. LOS ENGAÑADOS.
La descripción de este grupo se halla en
la lección seis. Han sido engañados por doctrinas erróneas y muchos de
ellos creen sinceramente que tienen razón. Son estimulados en su error
por sus guías y por gran cantidad de libros y tratados hábilmente
escritos. Podemos asegurar que en muchos casos estas personas engañadas
tienen más deseos de hacer obra personal con los creyentes, que los
creyentes con ellas. Antes de mencionar algunos de estos cultos falsos,
sería bueno pensar en algunos principios generales que nos ayudarán a
tratar con ellos.
1.
Conocer bien la verdad.
En vez de recomendar el estudio de cada una de las falsas doctrinas,
recomendamos al estudiante que por el estudio cuidadoso de las
Escrituras esté bien arraigado y fundado en la verdad. Al lograr esto no
tendrá problemas para descubrir lo que es falsa doctrina. El albañil que
sabe usar la plomada y el nivel puede decir si un trabajo está mal
hecho. De la misma manera el creyente puede trazar bien la Palabra de
verdad, reconocerá el error cuando se le presente. Hay algunos libros y
folletos que describen las doctrinas falsas y nos indican cuáles
Escrituras usan erróneamente para justificar sus enseñanzas y es de
ayuda estudiarlos porque “hombre prevenido vale por dos”. Sin embargo,
lo principal es conocer bien las verdades que atañen a la persona y obra
de Cristo.
2.
Recordar que ellos creen sinceramente que tienen la razón.
Muchas veces están ávidos para la disputada y preparados a llevar la
guerra al enemigo, tratando de convertir al obrero personal.
3.
No excitar innecesariamente sus prejuicios. No
se gana nada al antagonizar inútilmente al engañado, pues es como agitar
una bandera roja ante los ojos de un toro. Aquí se necesita el tacto en
toda su plenitud.
4.
NO entrar en argumentos,
porque al hacerlo viene la tentación de poner nuestro conocimiento y
habilidad contra la suya, lo cual causa acaloramiento que entorpece
alcanzar el objetivo que queremos lograr (Ef. 6:17; Heb. 4:12,13). Es
posible ganar el argumento y perder la oportunidad de llevar un alma a
Cristo.
5.
Ser cortés.
Cualquier descortesía que pudiese ocurrir, que sea de la otra persona
(1Co. 13:4,5; 2Ti. 2:24-26).
6.
Ser compasivo.
Es bueno ponernos en el lugar de la otra persona y considerar su medio
ambiente. Probablemente fue criado en una atmósfera donde imperaba la
falsa doctrina. El error puede ejercer un hechizo hipnótico sobre sus
víctimas.
7.
Ser paciente.
No nos desanimemos ni disgustemos. Es necesario arar profundamente y
trabajar lentamente para hacer una obra cabal.
8.
Evitar temas secundarios.
No permitamos que la conversación degenere en una comparación de un
sistema religioso con otro. Evitemos discutir sobre responsabilidades.
Que la persona de Cristo tenga siempre el lugar preeminente.
En las próximas lecciones daremos algunas
sugerencias sobre los mejores métodos para tratar con las varias clases
de engañados.
LECCION 10
EVANGELISMO PERSONAL EN OPERACIÓN
II. LOS ENGAÑADOS (Cont.)
1.
El católico-romano.
Que nadie se imagine que es imposible ayudar a los de este grupo. Miles
de ellos han pasado de las tinieblas a la luz y libertad del glorioso
evangelio de Cristo.
Es bueno recordar que el católico
mantiene y enseña muchas de las doctrinas fundamentales, doctrinas de
suprema importancia, tales como la deidad de Cristo, su nacimiento
virginal, su vida sin pecado, sus milagros, su muerte sustitutoria, su
resurrección y ascensión. Creen también en la inspiración de las
Escrituras. Es bueno tener a la vista estas verdades sobre las cuales
estamos de acuerdo. Lo malo es que han mezclado superstición, paganismo,
y error de manera que muchos de ellos han sido cegados con respecto al
evangelio emancipador del alma.
Al tratar con un católico-romano no
ataque su iglesia ni defienda al protestantismo. No discuta cual iglesia
existió primero porque ellos tiene un punto de vista muy distinto sobre
al historia de la iglesia. No saque los pecados de algunos sacerdotes.
Nuestro objeto no es opinar sobre esa iglesia sino ganar un alma para
Cristo. Es muy útil usar la versión católica de la Biblia, es la misma
Biblia, porque Biblia sólo hay una aunque hay muchas traducciones
distintas.
Muchos católicos afirman que son
cristianos. No los contradiga pero muéstreles que el cristiano puede
estar seguro que el cristiano puede estar seguro que sus pecados han
sido perdonados, que tiene paz con Dios, que posee vida eterna, que está
seguro de ir al cielo, etc. De esta manera él podrá juzgar si es
cristiano o si no lo es.
Algunas de las cosas que el
católico-romano niega son las siguientes: (1) Que Cristo es le único
mediador, pues añaden a María, a los santos y al clero. (2) Que uno
puede estar seguro de ser salvo. (3) Que la obra de Cristo en la cruz es
suficiente para la salvación, pues consideran que algunos ritos y
ceremonias son esenciales. (4) Que las Escrituras son la suprema
autoridad, pues conceden igual autoridad a los escritos de los padres
primitivos y los del Papa, aunque estos contradigan lo que enseña la
Biblia.
Hay por lo menos cinco temas que se
pueden tratar con provecho con el amigo católico-romano.
a.
La seguridad de la salvación.
Podemos mostrarles que es posible saber que los pecados son perdonados
(Hch. 10:43; 13:38,39; Ef. 1:7; 1Jn. 1:9; Col. 2:13); que la vida eterna
es posesión presente (Jn. 3:16; 5:24; 1Jn. 5:13—en la epístola de Juan
el verbo “saber” aparece unas 36 veces); que la seguridad es para todos
los que creen y no sólo para algunos privilegiados (Jn. 1:12; 20:31;
2Ti. 1:12; Ap. 22:17).
b.
El nuevo nacimiento.
Muestre que una persona puede ser religiosa sin ser de Cristo (Nicodemo
s un ejemplo de esto—Juan 3). Muestre que el bautismo y la regeneración
son cosas distintas en las Escrituras. (El ladrón fue salvado sin ser
bautizado—Lc. 23:43; Simón el mago fue bautizado sin ser regenerado—Hch.
8:9-24). Muestre que el nuevo nacimiento es obra del Espíritu de Dios
por medio de la Palabra de Dios (Jn. 3:8; 2P. 1:4; Ef. 1:13; 2Co. 5:17;
Tito 2:11,12; Stg. 1:27; 1P. 1:23).
c.
Hay un solo Mediador.
En las Escrituras se nos enseña a orar solamente por medio de Cristo
(Jn. 14:6; 15:16; 16:23,24). Cristo es el único que recibe este título
(1Ti. 2:5; Hch. 4:12; 1Jn. 2:1). Pedro, Pablo y los ángeles rechazaron
la reverencia que algunos indebidamente les rindieron (Hch. 10:25,26;
14:8-18; Ap. 19:10; 22:8,9). María puso a Cristo en primer lugar:
Notemos sus palabras y acatemos su consejo (Jn. 2:5). Cristo puso a
María en pie de igualdad con sus demás discípulos (Mt. 12:46-50; Lc.
11:27, 28; Jn. 2:4; 19:26,27; después de Hechos 1:14 ya no hay mención
de ella en la Biblia). Ciertamente es bendita entre las mujeres, pero
con motivo de su privilegio de haber sido madre de nuestro Señor (Lc.
1:28-55—notemos en el v. 47 que María dijo “mi Salvador”).
d.
La suficiencia de la obra de Cristo para la Salvación (Ro.
3:24-28; 4:5; Gá. 2:16; 3:10-13; Ef. 2:8-10). Mostremos que nuestras
buenas obras no nos hacen merecedores de la salvación pero, una vez
salvos, las buenas obras deben ser el fruto de nuestra salvación.
e.
La autoridad de la Palabra de Dios.
En la actualidad los católicos tienen mucho interés en las Escrituras.
Animémosles a leer su Biblia, pues ella los llevará a Cristo (Sal. 119:
130; Heb. 4:12,13; Stg. 1:18).
2.
El judío.
Muchos judíos han llegado a aceptar a Cristo, su Mesías y Salvador. Para
tratar con ellos es necesario tener un buen conocimiento del Antiguo
Testamento para poder mostrar que:
a.
Las profecías han sido cumplidas en Cristo.
El Mesías prometido descendió de Abraham (Gn. 12:2,3), de Judá (Gn.
49:10), de David (Is. 11:1-10; Jer. 23:5,6), nació de una virgen (Is.
7:14), en Belén (Mi. 5:2), su rechazamiento fue predicho (Sal. 22; Isa.
53) y su retorno (Zac. 12:10).
b.
Los sacrificios y tipos tuvieron su cumplimiento en Cristo.
(Lv. 17:11; Heb. 9:18-28). La pascua tuvo cumplimiento en Cristo (Ex.
12; Jn. 1:29, etc.). La objeción a la trinidad se contrarresta mostrando
Génesis 1:1 donde la palabra que se traduce Dios es plural en hebreo.
Compárese con Génesis 1:26.
c.
El peligro de rechazar a Cristo (Heb.
10:26-29). Familiarícese especialmente con la epístola a los Hebreos si
va a tratar con judíos.
3.
Los Ruselistas o los así llamados Testigos de YaHuWeH.
Este culto niega la deidad de Cristo asegurando que es un ser creado,
niega el valor de su expiación y su resurrección corporal y niega que
hay eterno castigo para los que rechazan a Cristo. Hay muchos libros que
muestran los errores de este grupo. A estas personas debemos mostrar, en
las Escrituras:
a.
La esencial y eterna divinidad de Cristo (Is.
9:6; Mi. 5:2; Mt. 1:23; Jn. 1:1-3; Col. 1:13-18; Ro. 9:5; 1Ti. 3:16;
Heb. 1:7-10).
b.
el valor eterno de su sacrificio (Heb.
9:26; 1P. 2:24; Is. 53: 5,6).
c.
la resurrección corporal de Cristo (Jn.
2:19-22; Lc. 24:39).
d.
El carácter eterno del castigo de los que le rechazan (Lc.
16:19-31; Jn. 5:28,29; Ap. 20:15; 22:11; Mt. 25:46; 2Ts. 1:9).
Destrucción no significa aniquilación cuando se usa la Biblia (Os.
7:13). La misma palabra eterno se usa para describir la existencia de
Dios y la duración del castigo.
4.
Los Adventistas del Séptimo día.
Este culto falso está equivocado sobre el valor del sacrificio
sustitutorio de Cristo, sobre su humanidad sin pecado, sobre la relación
del creyente a la ley de Moisés y sobre el estado intermedio de los
muertos, pues señalan el “sueño del alma”, es decir, que el alma está
inconsciente hasta la resurrección del cuerpo. Los sabadistas son
astutos y tratarán de monopolizar la conversación. Es necesario mantener
la conversación sobre la base de las Escrituras.
Como en el caso de los ruselistas, es
necesario que el obrero personal conozca sus falsas teorías y sus
Escrituras favoritas, las cuales tuercen para apoyar sus propios puntos
de vista.
Los puntos principales para recalcar son:
a. Que el creyente está muerto a la ley
por medio de la muerte de Cristo. (Ro. 7:1-4; 10:3-9).
b. Que la dispensación de la ley terminó
con Cristo (2Co. 3:6-11).
c. Que el creyente no tiene a la ley como
regla de vida (Gá. 2:16; 3:13). La epístola a los Gálatas da un golpe
mortal a los Adventistas del Séptimo día.
d. Que el sábado era una señal entre Dios
e Israel (Ex. 31:13-17) y que la observancia de días no es requisito
cristiano (Col. 2:16). Cada mandamiento del decálogo se reafirma en el
Nuevo Testamento menos el cuarto.
e. En cuanto al sueño del alma,
indíqueles 2Co. 5:1-8; Fil. 1:20-23. Ellos citarán Eclesiastés, pero ese
libro encara todo desde el punto de vista natural o “bajo del sol”. Pero
aun así, Eclesiastés 9:5-10 se refiere solamente al cuerpo. Que el
espíritu no muere con el cuerpo es evidente en 1Co. 5:5; Lc. 23: 43-46;
Hch. 7:59; Mt. 10:28.
5.
La ciencia cristiana.
Este culto ni es cristiano ni es científico, pero tiene gran dominio
sobre miles de personas, mayormente las que tienen buena posición
social. Niega prácticamente todos los fundamentos de la cristiandad y
por negar la realidad de la materia deja de ser ciencia. Es la filosofía
de la nada. Tiene cuatro posiciones básicas que reproducimos en seguida:
(1) Dios es todo en todo. (2) Dios es bueno, Dios es mente. (3) Todo es
espíritu, nada es materia. (4) La existencia de vida, Dios, omnipotencia
y el bien niegan la muerte, el mal, el pecado y la enfermedad.
Es difícil tratar con estas personas
porque afirman que Dios, Cristo y el Espíritu Santo son meras
influencias y no personas; que el pecado y el diablo no existen; que la
enfermedad en sólo un error de la mente mortal, etc.
Ellos dicen que la Escritura es inspirada
pero reclaman lo mismo para un libro intitulado “Ciencia y Salud” de la
Sra. Eddy. Usando la Escritura sin los absurdos comentarios de la Sra.
Eddy, el obrero personal debe mostrar a esas personas lo mismo que
mostraría al descuidado o indiferente.
6.
El Espiritista.
El espiritismo niega la personalidad de Dios, la divinidad de Cristo, la
persona y la obra del Espíritu, la expiación y el castigo eterno. Enseña
que es posible para aquellos que han muerto comunicarse, por un médium,
con los que viven. Esto no es algo nuevo sino que existe desde hace más
de 4.000 años (Dt. 18:9-13). El punto principal que debemos mostrar es
que el comunicarse con los muertos es estrictamente prohibido por Dios
(Ex. 22:18; Lv. 19:26-31; Dt. 18:9; Is. 8:19). Es una señal de los
“postreros tiempos” (1Ti. 4:1,2). Aunque mezclada con cantidad de
trampas, no hay dudas que a veces se reciben mensajes del mundo de los
espíritus, pero estos no son de personas que han muerto sino de demonios
que los personifican. La Biblia claramente dice que los que han partido
no tienen comunicación con la tierra (Lc. 16:26). Exhorte fielmente con
respeto a este error, porque la maldición de Dios descansa sobre todos
los que se ocupan de los espíritus (1Cr. 10:13; 2R. 21:2-12). Busque
guiar a estas personas a abandonar su pecado y arrepentidos, volver al
Señor.
LECCION 11
EL
EVANGELISMO PERSONAL EN OPERACION (Cont.)
III EL OBJETANTE
La mayoría de objeciones no son
originales y todas pueden contestarse con la Biblia. Enumeramos algunas:
1. Relativas a la Biblia y sus doctrinas.
a.
“La Biblia esta llena de contradicciones” contestación:
Entréguele una Biblia y dígale que le muestre una contradicción. Por lo
general no podrá hacerlo (pero esté listo si le muestra una aparente
contradicción). Si no pudo mostrar una, muéstrele que es absurdo
criticar un libro que no ha leído. Diríjalo a 1Co. 2:14; Jn. 3:3,7 y tal
vez 2P. 2:12.
b.
“La Biblia es un libro impuro”. Contestación:
pregúntele que quiere decir por impuro. ¿Excita al lector a la impureza
de pensamiento, palabra, o acción? ¿Despierta el deseo de imitar los
hechos o suscita repugnancia o aversión hacia el pecado que describe? La
Biblia hace esto último y por lo tanto es el más puro de los libros
(Tit. 115; Sal. 12:6; 2P. 11,12). No es conveniente leer todo el
contenido de un libro de medicina en público, pero esa no es razón para
decir que es un libro impuro.
c.
“Dios es injusto por haber creado a hombres para condenarlos”. Contestación:
Dios creó al hombre para poder bendecirlo (Gn. 1:28; Sal. 102:18; Ap.
4:11); Dios no desea condenar sino salvar a la humanidad, y en
demostración de esto dio a su Hijo quien a su vez dio su vida (Mr.
10:45; Ez. 33:11; Jn. 3:16, 17; 2P. 3:9). Si un pecador va a la
perdición eterna, él mismo es el único responsable por despreciar el
único remedio que ofrece el único Salvador (Jn. 5: 40; 2Ts. 2:12; Mt.
25:41).
d.
“No hay infierno”.
Contestación: ¿Cómo lo sabe ud.? ¿Con que autoridad dice eso? Cristo
declaró que sí lo hay. Ninguno ha regresado de la eternidad para
contradecirle (Lc. 16:19-31; Mr. 9:43-48; Mt. 25:46; Ap. 20:11-15).
e.
“El infierno es en esta vida”. Contestación:
esto no puede ser porque: no hay cristianos en el infierno y hay muchos
en este mundo; el evangelio no se predica en el infierno y ud. está
escuchándolo; no se ofrece salvación en el infierno y Dios se la ofrece
a ud. hoy; no hay agua en el infierno y aquí la hay en abundancia. Es
cierto que el pecador sufre en esta vida y no tiene paz, pero será mucho
peor en el infierno durante la eternidad.
f.
“La Biblia no es inspirada”. Contestación:
¿Qué entiende ud. por inspiración? Probablemente no podrá contestar.
Muéstrele que la incredulidad no altera una verdad (Ro. 3:3,4; 2Ti.
3:15, 16; 1Ts. 2:13; 2P. 1:20,21; Heb. 4:12).
g.
“Soy sincero en mi creencia”.
Contestación: ¿Qué le pasa a la persona que toma un veneno, creyendo
sinceramente que es medicina? Muestre que es posible estar sinceramente
equivocado y morir tan ciertamente como si fuera suicidio. Nicodemo era
sincero pero necesitaba nacer de nuevo. El joven rico era sincero pero
le faltaba una cosa. Saulo de Tarso era sincero pero estaba equivocado
(Jn. 3; Mr. 10:21; Hch. 26:9-11). No son las ideas humanas sino la
Palabra de Dios la que sirve de norma.
h.
“Un Dios de amor no castigará a sus criaturas”. Contestación:
¿Cómo lo sabe ud.? Dios no solamente es amor, también es luz (1Jn. 1:5).
No puede ser amante a expensas de su santidad, justicia y rectitud. Dios
odia el pecado y tiene que castigarlo (Ro. 1:18-20; 2:4,5; Ex. 34: 6,7;
Dn. 9:12-14; Salmo 11: 4-7: Dt. 32.4). Muestre que Dios en amor dio a su
Hijo (Jn. 3:16) y entonces en justicia descargó toda su ira sobre El
cuando voluntariamente llevó nuestros pecados (2Co. 5:21; Mt. 27:46; Is.
53:5,6). Todos los que voluntariamente desprecian o rechazan a este
Salvador, por este hecho sellan su propia condenación eterna (Jn. 3:18,
19, 36; Heb. 10:29; Ap. 21:8).
2. Relativas al mal testimonio de los
creyentes.
a.
“Hay muchos hipócritas”. Contestación:
es cierto, pero el dinero bueno no se rechaza porque hay dinero falso.
La hipocresía está predicha y condenada en la Biblia (Mt. 23: 1-3;
15-33). Una persona debe tener cuidado al llamar hipócrita a otra porque
uno está en peligro de hacerlo también (Mt. 7:1-5; Ro. 2:21-23). Uno
debe ser más pequeño que la persona detrás de quien se esconde, ¿Es ud.
mas pequeño moralmente que la persona a quien llama hipócrita? Si un
banquero mata a su esposa no quiere decir que todos los banqueros matan
a sus esposas y si un creyente es hipócrita no por eso lo son todos. ¿le
gustaría pasar la eternidad con los hipócritas? Ninguno de ellos estará
en el cielo (Mt. 23:33). Cristo, y no sus imperfectos seguidores es el
objeto de nuestra fe; El es nuestro ejemplo. La Biblia no dice “Venid a
los cristianos” (Mt. 11:28; Is. 45:22; Jn. 14:6; 10:9).
b.
“ha sido defraudado por cristianos”. Contestación:
¿es esta su verdadera razón? ¿Podría escribirla y entregarla a Cristo
cuando ante el gran trono Blanco sean juzgados y revelados los secretos
del corazón? (Ro. 2:16; 14:12; Ap. 20:12; Mt. 12:36,37).
3. Relativas a dificultades personales.
a.
“No soy tan malo”. Contestación.
¿Cuál es la norma para los crímenes? ¿sus ideas o las leyes del país?
Ignorar la ley no es excusa. ¿Cuál es la norma que usa Dios para juzgar
al pecador? (Mt. 22: 36-40; Lc. 10:27,28). Lea también Santiago 2:10:
¿ha guardado esta ley perfectamente y en todo momento durante su vida?
Si no lo ha hecho es un pecador culpable. (Ro. 3:19,23).
b.
“Estoy haciendo lo mejor que puedo”. Contestación:
¿en toda ocasión ha hecho lo mejor que puede? ¿Nunca ha dicho una
mentira, ni tenido pensamientos malos? ¿Puede sinceramente afirmar en la
presencia de Dios que siempre ha hecho lo mejor que ha podido? Faltar
una sola vez es pecar y el pecado demanda castigo (Ro. 6:23; Ez.
18:4). ¿Está ud. haciendo “lo mejor” al rechazar a Cristo y el
evangelio? Imagine a un hombre en el último piso de un edificio
que está ardiendo. Los bomberos colocan una escalera y le gritan:
“¡Baje!”, pero el hombre está demasiado ocupado con sus “mejores
esfuerzos”: está construyendo una escalera para salvarse por sí solo.
Sus mejores esfuerzos, bajo esas condiciones, son lo peor para él.
Debería confiar en la escalera provista por los bomberos (Ef. 2:8,9; Ro.
4:5).
c.
“No puedo creer”. Contestación:
¿A quién no puede creer? ¿no puede aceptar la Palabra de Dios? ¿Cree
usted lo que le puede decir un hombre? (I Jn. 5:9,10). ¿cree ud. que
Dios es mentiroso? Dudar de Dios es insultarle. ¿Por qué no dice
honestamente: “No quiero creer”?
d.
“Hay tantas religiones”. Contestación:
si, pero hay un solo Salvador. La salvación no está en una religión
sino en una persona (Jn. 10:9; 14:6, Hch. 4:12; 1Jn. 5:12). El verdadero
cristianismo gira alrededor de una Persona mientras que la religión se
ocupa en un credo. La religión no murió por nuestros pecados, ni invita
al pecador, ni promete salvación. Cristo hace esto y puede salvar a
todos los que confían en El.
e.
“La vida cristiana es demasiado difícil”.
Contestación: si, es difícil, pero Cristo da el poder necesario para
vivir esta vida (Jn. 1:12; Ro. 1:16; Mt. 11:28-30; Is. 14:3). Muestre
que el camino del pecador es más duro (Pr. 13:15; Is. 57:20, 21) y que
su condenación es segura (1P. 4:17).
f.
“Hay demasiado que renunciar”. Contestación:
¿Y que si pierde su alma? ¿Será compensada la pérdida eterna por los
placeres de este mundo? (Mr. 8:36). Es cuestión de comparar pérdidas y
ganancias (Ro. 6:23). No es tanto cuestión de renunciar sino de recibir
a Alguien y muchas bendiciones que vienen con El: Cristo, salvación,
gozo, paz, etc. (Jn. 15:11; Fil. 1:6; 3:9; 1Ts. 5:23,24; Ef. 1:3-7; Ro.
15:13; Jn. 14:1-3).
g.
“Soy miembro de una iglesia”. Contestación:
recuerde a Nicodemo y trate el asunto del nuevo nacimiento.
h.
“Soy demasiado malo”. (Pocas
veces se oye decir esto). Contestación: concédale la razón y dígale que
es un peor de lo que se imagina, pero que no está fuera del alcance de
la salvación (Is. 1:18; 1Juan 1:7; 1Ti. 1:15; Heb. 7:25; Lc. 19:10; Hch.
13:38,39).
i.
“Mis amigos se reirán de mi”. Contestación:
efectivamente así sucederá, pero es mejor que se rían ellos y no Dios
(Pr. 1:24-30). Mejor ser rechazado de lso hombres y no por Cristo (Mr.
8:38; Mt. 10:32,33). Cuidado con el temor del hombre (Jn. 12:42,43; Pr.
29:25; Is. 51:7; Mt. 10:28).
IV. EL ESCEPTICO.
1. Hay varias clases de incrédulos:
a. El escéptico duda de las doctrinas
fundamentales del cristianismo y duda de las Escrituras.
b. El ateo se opone activamente y rechaza
por completo las verdades de la Palabra de Dios. Ateo significa “sin
Dios”.
c. El deísta reconoce que hay Dios pero
niega su revelación por medio de las Escrituras.
d. El agnóstico niega que alguien pueda
saber si hay o no hay Dios.
e. El librepensador rehúsa permitir que
su mente sea afectada o se incline ante alguna autoridad o dogma,
particularmente si es de carácter cristiano.
2.
Estos grupos pueden volver a ser clasificados en dos divisiones
principales: los
frívolos y deshonestos y los sinceros.
a.
Los deshonestos.
Su pretendido escepticismo es un pretexto para continuar en una vida de
pecado y un paliativo para su conciencia. Al tratar con los tales
encontramos bajo la superficie una inmunda fosa de pecado. Al tratar con
estas personas no discuta, pues es lo que ellas buscan. No trate de
probar algo, porque ellos no aceptan la evidencia. Déjelos hablar y
luego cite alguna Escritura que pueda herir su conciencia y despertar un
sentimiento de pecado. (1Co. 1:18; 2 Co. 4:3,4; Heb. 9:27; Sal 14:1; Mr.
16:16). Use la espada del Espíritu y limítese a citar las Escrituras,
orando para que ellos penetren su corazón.
b.
Los sinceros. La
dificultad de estas personas es su incapacidad para creer.
Averigüe por medio de preguntas la idea que ellos tienen sobre el
significado de creer. Entonces muestre la semejanza que hay entre la fe
que ellos emplean en sus negocios, en su vida social y doméstica y
la fe que deben poner en Dios y en su Palabra. La diferencia no está en
la naturaleza de esa fe sino en su objetivo. Muéstreles que creer en una
persona es aceptar como verdad lo que dice, sencillamente por el
carácter del que lo dice. Ahora use 1Juan 5:9, 10. Muestre lo que Dios
ha dicho acerca del pecado (1Jn. 1:8-10; Ro. 3: 9-23); de sus
consecuencias (Jn. 3:18, 19, 36); del amor de Dios (Jn. 3:16; Ro.
5:6-8); de la obra de Cristo (2Co. 5:21; 1P. 2:24); de la seguridad de
la salvación (Jn. 5:24; 1Jn. 5:13). Esto es lo que Dios quiere que
creamos. ¿Es digno El de nuestra confianza? ¿Cumplirá lo que promete?
Aquí puede ud. dar su propio testimonio de la gracia salvadora de Dios.
A. T. Pierson sugiere este método al
tratar con un escéptico sincero. Debemos animarle a estudiar las
Escrituras (Jn. 5:39), que lea el evangelio de Juan pues lleva el sello
de la inspiración (Jn. 20:31), que ore pidiendo luz, pues Dios honrará
todo esfuerzo sincero de acercamiento a él (Hch. 17:27; Heb. 11:6), que
ponga en práctica lo que aprenda (Jn. 7:17). Al obedecer la luz que Dios
da, El dará más luz (Os. 6:3). Cuando esté convencido que venga a Cristo
y hallará descanso (Mt. 11:28-30).
El método de R. A. Torrey consiste en
hacer preguntas: ¿Qué es lo que ud. no puede creer? Consiga la
contestación más amplia posible. ¿Por qué no puede creer? Esto puede
resultar en su descubrimiento para el escéptico al realizar cuán
infundadas son sus razones para no creer. Pregúntele: ¿Cree que hay un
Dios? Si contesta no, pregunte: ¿cree en la oración? Si aún contesta no,
pregunte: ¿Cree en alguna parte de la Biblia? Si una vez más dice que
no, entonces pregunte: ¿cree que hay diferencia entre el bien el mal? Si
por fin responde afirmativamente pregúntele: ¿Vive ud. de acuerdo con
esto que cree? Aquí está es la parte medular de su dificultad. Use Juan
7:17 y Oseas 6:3. Muéstrele que el Señor hace una razonable proposición
en estos versículos: si el hombre hace su voluntad, según la conozca,
Dios le ayudará a saber y pasará del escepticismo a la fe. Torrey sacaba
entonces esta declaración y le pedía que la firmara:
“Creo que existe una diferencia absoluta
entre el bien y el mal y por la presente opto por el bien para seguir su
senda a dondequiera que me conduzca. Prometo hacer una búsqueda honesta
para descubrir si Cristo si Jesucristo es el Hijo de Dios, y si
encuentro que lo es, prometo aceptarlo como mi único Salvador y
confesarlo como mi Señor ante el mundo”.
Entonces leía Juan 20:31 y conseguía la
promesa de leer una porción del evangelio de Juan diariamente. Muchos
han llegado a la luz por este medio.
LECCION 12
EL EVANGELISMO PERSONAL EN OPERACION
(Cont.)
V. EL QUE SE EXCUSA.
Este se parece mucho al objetante. Sus
excusas son superficiales y muy antiguas. Enséñale que las excusas no
son nuevas (Lc14:24).
1.
“Yo soy tan bueno como cualquier miembro de una iglesia”. Contestación:
eso no es decir mucho. Muchos miembros de iglesias no ha ¡n nacido de
nuevo y ése es el requisito señalado por Dios (Jn 3:3; Ro. 3:10-19.)
2.
“Hay mucho tiempo”. Contestación:
Dios ha señalado un tiempo cuando El está dispuesto a salvar: Es Hoy
(2Co. 6:2; Heb. 3:7,8). El hombre no puede ser salvo cuando él quiera
sino cuando Dios quiere y El quiere salvar hoy.
3.
“Me voy a enmendar”. Contestación:
¿Y que de los pecados pasados? ¿Se pueden eliminar las deudas que
aparecen en un libro de contabilidad con sólo voltear la página?
Muéstrele que Dios requiere lo pasado (Ec. 3:15; Jer. 13:23; Stg. 2:10).
4.
“Veremos qué es lo que Dios dispone”. Contestación:
Dios ya lo dispuso. El que no cree en su Hijo ya es condenado. (Jn.
3:18). No hay “probabilidad” que ud. se pierda si muere en sus pecados,
es cosa segura. Dios ha dado a los hombres el privilegio de escoger
entre el bien y el mal, de aceptar o rechazar el evangelio, y es el
hombre el que dispone dónde estará en la eternidad. (Heb. 2:3).
VI. EL IGNORANTE O EL PAGANO.
Tratarlo igual como al descuidado o
indiferente, presentando su necesidad y la provisión de Dios para ella
en la forma más sencilla que sea posible.
VII. LOS ANSIOSOS
¡Que bueno es encontrar a esta clase de
personas y qué gozo hay al usar la palabra de Dios para guiarles a poner
su confianza en Cristo y entrar en la certidumbre de salvación! Use el
método que aparece en la lección 9, principalmente el segundo punto.
Estas tres preguntas pueden ser útiles:
1. ¿Desea ud. ser salvo?
2. ¿Desea ud. ser salvo de la manera que
Dios indica en su Palabra?
3. si le muestro el medio y las
condiciones de Dios, ¿estaría ud. dispuesto a ser salvo hoy mismo?
Estas preguntas ponen la responsabilidad
sobre el inquiridor y preparan el terreno para mostrar las verdades
señaladas arriba.
VIII. LOS OFUSCADOS
Estas personas a veces están ansiosas de
la salvación pero encuentran dificultades que les impiden creer el
mensaje del evangelio.
1.
“No tengo suficiente fe”.
Contestación: no es la fe la que salva sino que es Cristo (Ef. 2:8).
Ilustración: Marcos 5:27, 28. Un hombre puede tener mucha fe en un
banco nuevo, depositando todo su dinero allí. El banco quiebra y pierde
todo. Otro hombre tiene muy poca fe en un banco fuerte, deposita su
dinero con desconfianza, pero, el día que quiera sacar su dinero está
disponible con todos los intereses. ¿Qué cosa asegura el dinero, la fe,
o la seriedad del banco? si Cristo es el objeto de la fe. El salvará
aunque la fe sea muy débil. No es la cantidad de fe, sino la persona en
quien ésta se deposita es al que garantiza la salvación (Mr. 9:23, 24;
Jn. 6:37).
2.
“He tratado de creer y no puedo”. Contestación:
¿Diría ud. eso a su madre? Sería un insulto el no poder creer su palabra
(1 Jn. 5:10). Esta clase de personas están tratando de confiar en su
habilidad para creer y no en Cristo. Ilustración: el ancla se echa al
mar y no dentro del mismo barco. No eche el ancla en ud. mismo sino en
Cristo. Ofrezca a esta persona algún objeto y cuando lo acepte pregunte:
¿Procuró ud. descubrir si creía que se lo iba a dar?, o simplemente lo
tomó sin analizar la situación. ud. estaba pensando en el regalo y no en
los medios por los cuales lo recibiría. Así debe hacer con Cristo.
Olvide su creer y ponga la mirada en Cristo, el énfasis debe estar en
Cristo, no en creer.
3.
“Siempre he creído”. Contestación:
esto no puede ser, porque si así fuera ud. siempre ha sido salvo, nunca
estuvo perdido y Cristo vino a buscar y a salvar solamente a los
perdidos. Hay gran diferencia entre creer “acerca de” y creer “en”.
Ilustración: suponga que se encuentra gravemente enfermo. Le han dicho y
ud. cree que hay dos doctores que viven cerca de su casa y ud. manda
llamar a uno de ellos. Ud cree que hay dos médicos pero encomienda su
caso sólo a uno de ellos. El que cree en Cristo deposita su confianza y
su alma con El. (2Ti. 1:12).
4.
“No siento nada”. Contestación:
muestre que el orden divino es: el hecho, la fe y luego los
sentimientos. Cambiar el orden trae confusión. Acepte el hecho de su
condición perdida y de la obra consumada de Cristo. Ponga su fe en
Cristo y tarde o temprano vendrán los sentimientos. Ilustración: Lucas
17:14. Los leprosos actuaron en fe aunque no advirtieron inmediatamente
que su lepra había desaparecido. La Biblia no dice nada acerca de
sentirse salvo, pero si nos ofrece la seguridad de saber que somos
salvos.
5.
“Temo haber cometido el pecado imperdonable”. Contestación:
su preocupación es señal de que no lo ha hecho, porque los que han
cometido ya no sienten ansiedad de alma. Señale lo que es este pecado.
(Mt. 12:31,32). Es atribuir deliberadamente al diablo la obra del
Espíritu Santo. El interés en la Salvación es obra del Espíritu de Dios
y prueba que Dios aún ofrece el perdón. Use los siguientes textos: Juan
6:37; 1Timoteo 1:15; 2Pedro 3:9.
6.
“No se como soy uno de los elegidos”. Contestación:
es raro oír esto pero es bueno estar preparado. Muestre que la elección
no tiene nada que ver con é. es una verdad revelada a los que ya son
salvos. ¿Se atrevería a leer una carta que no viene dirigida a ud? vea a
quienes fue escrito este asunto (Ef. 1:1, 4, 5; 1Ts. 1:1-4; 1P. 1:1,23).
Ahora vuelva al evangelio cuya indicación es para “Todo aquel que cree”
(Jn. 3:16; Hch. 10:43; Ro. 9-13; Jn. 6:37).
7.
“He querido convencerme que soy salvo pero no puedo”. Contestación:
ud. no puede convencerse por una razón muy sencilla. La Biblia no dice:
cree que eres salvo y serás salvo, sino que dice: “Cree en el Señor
Jesucristo y serás salvo” (Hch. 16:31). ud. puede llegar a creer que es
presidente de la república, pero no por eso lo es, lo que ud. y yo
creemos es de poca importancia en comparación con lo que dice la Palabra
de Dios. ¿Qué dice Dios acerca de esto? (Ro. 10:9,10; Hch. 13:38; etc.).
8.
“Tengo miedo que no podré aguantar”. Contestación:
su salvación y la seguridad de ella no dependen de que ud. tenga a
Cristo en sus manos sino de que ud. esté en las manos de Cristo (Jn.
10:28-30; Ro. 14:4). Tome un lápiz y pregunte si el lápiz puede
permanecer verticalmente sobre un libro. Probablemente contestará: No.
ahora sostenga el lápiz en esa posición y él dirá: pero es que ud. lo
sostiene. Conteste: es cierto, y esa es la única forma en que ud. podrá
mantenerse firme. Cristo lo sostendrá (Heb. 7:25; Jud. 24)
9.
¿Cómo sabré que soy salvo? Contestación:
Dios se lo dirá por medio de su Palabra. ¿Cuándo lo sabré? Cuando ud.
crea que es un pecador perdido y que Cristo murió por sus pecados.
Entonces pregunte: ¿Quién prefiere que le informe de que es salvo Dios o
yo? El contestará: Dios. Entonces muéstrele lo que Dios dice acerca de
los que creen en su Hijo (1Co. 6:11; 1Jn. 5:13; Hch. 16:31; Jn. 3:16).
10. “¿Y que de los pecados que cometa después de ser salvo?” Contestación:
¿Cuántos De sus pecados eran futuros cuando Cristo murió en la cruz?
Todos. Aplique 1Jn. 1:7; Hch. 13:38. Explique lo que es la justicia.
11. “¿Qué se entiende por creer?” contestación:
use lo que dice la lección 9 bajo el subtitulo 3: Explique lo que
significa creer.
12. “Es demasiado tarde para mi.” “ya
tuve mi oportunidad y la desperdicié”. Contestación: el hecho de que ud.
está vivo y no esté en el infierno es prueba de que no es demasiado
tarde (Dt. 4:30, 31; Lc. 23: 39-43; Jn. 6:37).
IX. LOS QUE SE HAN APARTADO DEL SEÑOR.
Hay varias descripciones de este estado
en el Antiguo Testamento (Pr. 14:14; Jer. 2:19; 3:6-22; 31:22; 49:4; Os.
4:16) Ejemplos: David, Salomón, Jonás. En el Nuevo Testamento se
describe también (Gá. 5:4; 1Co. 5:1, 5; 9:27). Ejemplos: Pedro (Mr.
14:54, 66-72. Estudie los pasos que condujeron a la negación); Juan
Marcos (Hch. 13:13; 15:37, 38; 2Ti. 4:11); La iglesia en Efeso (Ap.
2:4). Las Escrituras nos enseñan que es posible que un cristiano pierda
su gozo, seguridad y privilegio de servicio.
Hay varios grupos de apartados:
1.
Los que nunca creyeron.
Creen que se han apartado del Señor pero la realidad es que nunca
nacieron de nuevo. Dicen: he probado antes y he fracasado. A éstos
debemos mostrar amablemente que nunca fueron creyentes y que por lo
tanto necesitan ser salvos. Pídales que relaten su conversación y
mientras hablan será fácil ver dónde se encuentran espiritualmente.
Entonces trátelos como unas personas inconversas dirigiéndolas al
Salvador.
2.
Los indiferentes y los descuidados.
Algunos que se han apartado del Señor aparentan ser indiferentes a su
condición. Estos necesitan una sacudida para sacarlos de su
complacencia. Se pueden usar los siguientes pasajes: Ro. 2:1-5; Jon.
1:6; Jer. 2:5, 13, 19; 1R. 11:9. señáleles que su presente manera de
vivir desprestigia el poder preservativo de Cristo. Señale también que
el creyente apartado es un anuncio a los inconversos de la insensatez de
llegar a ser creyente. Muéstreles que es un tropiezo a los incrédulos y
que ellos lo usan a él como pretexto para seguir en le pecado (Ef.
4:17-25; 5:14). Guíelo a hacer lo único indicado para el que vive
apartado de Dios; volver a Dios arrepentido, confesando su pecado, tal
como lo hizo el hijo pródigo (Lc. 15:18-21).
3.
El arrepentido. Algunos
están cansados de su extravío y desobediencia y están ansiosos de
volver. Por medio de preguntas descubra por qué se apartaron del Señor.
Entonces muéstreles:
a. La pecaminosidad de su alejamiento de
Dios (Jer. 2:5)
b. La insensatez de esta conducta (Jer.
2:13).
c. Lo esencial del arrepentimiento para
su restauración. Esto incluye la confesión honesta y franca del pecado y
abandono del mismo. (Ap. 2:4, 5; Jer. 14:7; Os. 14:1,2; 1Jn. 1:9; Sal.
51; 1Co. 11:30-33).
d. Las promesas que hay para el apartado
(Is. 44:20-22; Jer. 3:12-14; 6:16; 24:7; Os. 2:14-16; 11:8; 14:1-4;
2Cor. 7:10).
e. La necesidad de al restauración si han
dañado a otros (Lc. 19:8).
f. la necesidad del estudio bíblico, la
oración, la comunión con otros creyentes y servicio en la obra del Señor
(Is. 40:31; Jn. 21: 15-17; Fil. 3:13, 14; 4:6-8; 2Ti. 2:15; Heb. 10:25).
X. EL CRISTIANO DESALENTADO.
¡Cuantos de éstos hay, y cómo necesitan
del estímulo de sus hermanos en la fe! (Mal. 3:16, 17). Seamos por la
gracia de Dios ayudadores los unos de los otros cuando se nos presente
la oportunidad (Gá. 6:1-4).
LA RECOMPENSA DEL EVANGELIO PERSONAL
Las recompensas son cuatro:
1. El gozo que trae la obediencia al
mandato de Cristo y el ver que almas perdidas vuelven al Señor por medio
de nuestro testimonio. Esto en sí mismo es recompensa suficiente (Sal.
126:6; Jn. 13:17; Hch. 20:24; Fil. 4:1; 3Jn. 4).
2. La bendición que notaremos en las
vidas de los que han acudido a Cristo por medio de nosotros y quienes a
su vez conducirán a otros a El (Gn. 12:2, 3). Hemos sido bendecidos por
Dios para que seamos una bendición a otros (Stg. 5: 20; 1Co. 9:15-23;
4:15).
3. La alabanza que recibiremos del Señor.
Seguramente su “Bien Hecho” compensará ampliamente todo el trabajo que
hayamos hecho por El.
4. Las coronas dadas por El. Se mencionan
cinco:
a. La corona de gozo-para el ganador de
almas (1Ts. 2:19, 20)
b. La corona de justicia- para el
guerrero, atleta y mayordomo que ama la venida del Señor (2Ti. 4:6-8).
c. La corona de vida-para el que resiste
la tentación y es fiel hasta la muerte (Stg. 1:12; Ap. 2:10).
d. La corona de gloria-para los pastores,
los que velan por las almas de los creyentes (1P. 5:2-4).
e. la corona incorruptible- para el que
se abstiene de todo lo que le impide luchar y correr eficazmente (1Co.
9:24-27).
Que seamos ud. y yo, “colaboradores de
Dios” (1Co. 3:9; 2Co. 6:1; Mr. 16:20) en el servicio que está tan
cercano a su corazón, el atraer los perdidos hacia El por medio del
evangelismo personal. Si como resultado de este estudio nos entregamos a
esta tarea con gozo y renovado fervor, el esfuerzo de prepararlo, bien
ha valido la pena.
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