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          ¿QUE UTILIZÓ EL SEÑOR JESÚS EN LA ULTIMA CENA?
 

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia  2ª Timoteo 3:16

LAS RAZONES BÍBLICAS PARA CONCLUIR QUE CRISTO NO USABA VINO

El motivo de este estudio es de dar un panorama corto de las evidencias históricas para tratar de determinar así cuál era el contenido probable en la copa de Cristo esa noche.  Pero, a pesar del interés y de la utilidad que esa investigación puede tener para nosotros, hay que recordar que Cristo no solía siempre de seguir las tradiciones de los judíos. Con frecuencia les reprendía por haber inventado las tradiciones que hacen nulo la palabra de Dios (véase Mateo 15:9).

 

Existen varias razones bíblicas para concluir que Cristo no uso el vino fermentado para la cena: 

La ley de Moisés había prohibido el uso de la levadura y el leudado durante esa semana de la fiesta.  La ley prohibió hasta la presencia en la casa del seor (levadura, giste, o lo que produce la fermentación) (Exodo 12:15). Además, la ley prohibió para esa semana la presencia de chametz en la casa.  Esa palabra hebrea, chametz, significa «el leudado» (Exo. 12:15; 13:7).  Sabemos que el vino fermentado es producto del gisto en el zumo de la uva y sus reacciones químicas con los azúcares naturales del zumo.  El proceso de  leudar una masa de pan por la levadura es esencialmente lo mismo que el proceso de fermentar el jugo de la uva.  Es cierto que Cristo lo hubiera conocido.

 

La levadura y el leudado fueron símbolos de la corrupción (véase Mateo 16:6).  Por eso, Pablo nos exhorta en cuanto a la Cena, «Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros» (1 Cor. 5:7).  Por eso, ¡es difícil concebir del Cristo Santo y Sabio usando una bebida fermentada (leudada) para simbolizar su propia sangre!

 

Además, es difícil concebir del Santo y Sabio Cristo usando el vino alcohólico para un propósito tan alto y tan sagrado.  La ley de Moisés había prohibido el uso de las bebidas fuertes para los sacerdotes que cumplieron sus servicios en el tabernáculo o en el templo.  Levítico 10:9,10 dice: «Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones, para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio.»  Se repite tal prohibición para el templo en Ezequiel 44:21.  ¿Cómo es que el Cristo pudiera haber bebido el vino (fermentado) en la pascua con sus discípulos, acción que fue prohibida para los sacerdotes en el tabernáculo y el templo?  ¿Por qué esa prohibición?  «para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio» (Lev. 10:9,10).  Ciertamente los emblemas de la Cena del Señor son lo santo y lo limpio para el cristiano.  De hecho, es pecado participar de la Cena, «sin discernir el cuerpo del Señor» (1 Cor. 11:29).

 

¿Podemos creer que Cristo hubiera ordenado una actividad permanente en su iglesia que requiera el uso continuo de una bebida fuerte?  Proverbios 23:31-32 le advierte al hombre sabio: «No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa.  Se entra suavemente; Mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor.»  Si uno no debe de mirar al vino en ese estado, ¿cuánto menos ha de beberlo en ese estado?  Desde luego, el autor inspirado está dando este consejo para el sabio.  Hemos de buscar por la sabiduría aun bajo el Nuevo Pacto (Efesios 5:15-17, y en este contexto añade, «no os embriaguéis con vino...»).  Cristo era hombre sabio.  Ciertamente Cristo hubiera hecho caso a esa advertencia acerca del vino cuando rojea, y cuando resplandece su color en la copa.  Esa es una apta descripción del resultado de la fermentación del vino (yayin).  Sugiere que se puede mirar al vino (yayin) antes de que se rojee (es decir, en el estado no-fermentado), y es uno de varios indicios que la palabra «vino» (yayin, tirosh) en el Antiguo Testamento fue genérica.  (El contexto determina si fuese un vino fermentado o no-fermentado.  Es lo mismo en el Nuevo Testamento para «vino» [oinos].)  ¿Hubiera hecho Cristo de esa sustancia, que es comparada a un veneno en Proverbios 23:29-35, el símbolo perpetuo de su sangre preciosa? 

 

Habacuc 2:15 había declarado, «¡Ay del que da de beber a su prójimo!  ¡Ay de ti, que le acercas tu hiel, y le embriagas para mirar su desnudez!»  ¿Podemos creer que el Cristo inmaculado les hubiera dado de beber a sus prójimos, sus discípulos, y a todo el mundo como estatuto perpetuo, una bebida alcohólica?  Por supuesto, la biblia condena la embriaguez en general (Gál. 5:21; Efe. 5:18; 1 Cor. 6:10, etc.).  El estado de estar embriagado es cuestión de grados.  Uno que traga sólo un traguito del alcohol, ya está embriagado a la medida de «un traguito,» y uno que traga dos, a la medida de dos traguitos, etc.  Por supuesto, uno que traga cuatro copas de vino de 10 onzas que copa (40 onzas) ¡estará embriagado a la medida de 40 onzas de vino!  Nadie puede decir al que bebe el alcohol, «aquí está el punto cuando comienza la embriaguez.»  La embriaguez es una condición progresiva.  Por eso, el uso recreativo o social del alcohol va en contra de esos principios.  ¿Por qué no iría en contra de esos principios el beber del vino fermentado para la Cena del Señor? 

 

Hemos mencionado anteriormente que las evidencias históricas para el tipo de fruto de la vid que los judíos solían de beber para la cena de la pascua, según sus propias tradiciones, son ambiguas.  Pero, hemos visto algunos principios bíblicos que pueden ladear el platillo de balanza en contra del vino fermentado para la Cena del Señor.  Hay que recordar que la biblia siempre es consecuente con sí misma.  No se contradice a sí misma.  Por eso, por medio de esos principios bíblicos, tenemos la presunción fuerte que Cristo no hubiera usado el vino fermentado para la Cena.

 

El hecho que la palabra «vino» (oinos) no es usada para la Cena, y esto indica que Cristo no usaba el vino alcohólico para instituirla.  La frase «el fruto de la vid» (gennema tes ampelou) sugiere el producto natural de la viña, y no el resultado de un proceso de la fermentación.  El historiador judío, Josefo, escribiendo en el griego, usó esta misma frase, «el fruto de la vid,» para referirse a un «vino» (gleukos) nuevamente expreso de un racimo de uvas por el copero del rey de Egipto (Flavio Josefo, Antiguitiesof the Jews [Las Antigüedades de los Judíos], Libro V, No. 2, trad. por William Whiston, Kregel, 1960, p. 48).  Dos puntos sobresalen de ese cuento:  1) el «vino» bebido por el rey ese día fue, sin duda, el zumo fresco de la uva, expreso directo de las uvas en una copa; 2) ese «vino» (gleukos, griego) era llamado además «el fruto de la vid.»  En otros contextos, se llama «la copa» o «la copa de bendición.»  Es como si la biblia se esmerara para usar cualquier otra descripción, menos «el vino,» para dar a entender que no fue una bebida alcohólica usada por Cristo.

 

  De acuerdo con esas observaciones anteriores, creo humildemente que podemos concluir que Cristo no usaba el vino fermentado para ordenar la Sagrada Cena.  Entonces, para estar seguros de cumplir el mandamiento como el quiere, es mejor no usar el vino alcohólico hoy día en la Cena del Señor.

 

ALGUNAS OBJECIONES

Algunos ponen la objeción que fue imposible preservar el jugo de la uva en un estado no-fermentado desde el tiempo de la cosecha de las uvas en agosto hasta la pascua en abril, sobre todo en un clima cálido como Palestina.  Pero, esta objeción ignora muchas evidencias claras que demuestran que: Los antiguos sabían cómo preservar el jugo de la uva no-fermentado, por un tiempo largo, por lo que podemos aprender de los escritos de algunos autores de la antigüedad, incluso antes y alrededor del tiempo de Cristo, existían por lo menos cuatro métodos para preservar el jugo de la uva:

   1) Por la ebullición y condensación.  Dr. Doug Baker observa: «El calor de la ebullición mató los gérmenes del gisto; además aumentó el contenido del azúcar del zumo.  Para beber el jugo de la uva en esta manera, el agua fue añadido para desleír el jarabe a la consistencia requerida» (cita la evidencia de algunos autores antiguos, como Virgilio (70 a.C.), Georgics 1, 295-296; Columella, Sobre la Agricultura, 12, 20, 8, 12, 26, 1; Athenaeus, Banquete 1, 25; apoyadas por John Kitto, Cyclopedia of Biblical Litarature [Enciclopedia de la Literatura Bíblica], 1845 ed., s.v. “Passover” [Pascua], vol. 2, p. 477.; citado en Doug Baker, http://www.builders-of-faith.org/page9.html Remove fr., 30/01/03; además, véase William Patton, Bible Wines: Laws of Fermentation and Wines of the Ancients [Los Vinos de la Biblia: Las Leyes de la Fermentación y Los Vinos de los Antiguos], Star Bible & Tract, 1874, 1976, pp. 26-33). 

 

Este método puede explicar porque se lee con tanta frecuencia de la mezcla de agua con el «vino» (oinos)No fue para menguar la potencia del alcohol, sino para desleír el jarabe hecho por la ebullición del zumo.  Hoy día, en los climas cálidos de América Latina, se puede hacer lo mismo para preservar el jugo de la uva.

 

   2) Por el almacenaje frío.  Es interesante leer lo que escribió Marco Porcio Cato el Anciano (234-149 a.C.)elegido el censor de Roma en 184 a.C., en su único libro que sobrevive, De Agri Cultura CXX: «Si se desea tener el mosto (es decir, el jugo de la uva) por todo el año, poner el zumo de la uva en una ánfora (es decir, una vasija antigua de cuello) y calafatear el tapón con brea: hundirlo en una charca.  Después de 30 días, sacarlo.  Será el jugo de la uva por todo el año» (citado en Zondervan Bible Pictorial Dictionary [El Diccionario Bíblico Pictorial de Zondervan], Zondervan, 1963, p. 895, citado en The Christian and Social Drinking [El Cristiano y el Beber Social], Dan y Katherine Cooper, Bible & School Supply, 1979, p. 3.).

 

  3) Por la filtración.  Se podía separar el gluten o gisto del zumo por el colador. Plutarco en su Symposiacos 8, 7, explicó cómo se hacía, y comentó que tal «vino no inflama el cerebro ni infesta la mente y las pasiones» (citado en Patton, Bible Wines [Vinos de la Biblia], p. 34;  y citado además por, Doug Baker, http://www.builders-of-faith.org/page9.html Remove fr., 30/01/03).  Baker también cita a Plinio, Historia Natural, 23, 24; 14, 28, para comprobar que los antiguos usaron este método (ibid.). 

 

    4) Por la fumigación sulfurosa.  Baker explica: «Los antiguos quemaron el anhídrido sulfuroso en el espacio vacío por encima de la superficie del jugo de la uva en jarros. El anhídrido sulfuroso entonces se absorbió el oxígeno, lo cual previno la formación de los gérmenes del gisto vivo.  Se sellaron los jarros del jugo mientras todavía se quemaba el anhídrido sulfuroso para asegurar la ausencia del oxígeno en los jarros» (Doug Baker, http://www.builders-of-faith.org/page9.html Remove fr., 30/01/03, citando John Kitto, Cyclopedia of Biblical Literature [Enciclopedia de la Literatura Bíblica], 1845, ed., s.v. “Wine” [Vino], vol. 2, p. 956.  De acuerdo con Plinio, los romanos practicaron eso, incluso usando el azufre contenido en los yugos del huevo, y otros materiales (citado en por Adams, Roman Antiquities [Antigüedades Romanas], en  Patton, Vinos en la Biblia, p. 39).

 

Se puede aumentar mucha más evidencia al respecto.  El punto es que, es simplemente un mito sin fundamento la idea que los antiguos no pudieron preservar el jugo de la uva en un estado no-fermentado.  Este mito no debe de influir en nuestra decisión acerca de lo que Cristo probablemente tuvo en su mano para ordenar la Sagrada Cena.

 

Otra objeción que se oye, a veces, es que la prohibición contra el seor (levadura) y el chametz (el leudado) en la casa durante la pascua excluiría el jugo no-fermentado, puesto que todavía tiene la levadura, o sea el gisto vivo y natural, que causa la fermentación.  Pero, esto es una objeción trivial.  La verdad es que el vino fermentado es producto del proceso de leudar el jugo.  Por eso, es una forma del leudado (chametz).  En el mismo sentido que haya gérmenes del gisto vivo en la cáscara de la uva y el jugo expreso, hay gérmenes del gisto en cualquier comida, puesta que el gisto se moviliza por el aire.  Eso no fue el sentido en el cual fue prohibido la levadura o el leudado.  Ya hemos visto como Maimonides y Bartenora del siglo 12 opinaron que la prohibición del chametz sólo se extendió a las bebidas hechas de granos y no de aquellas hechas de frutos, porque «el licor del fruto no engendra la fermentación, sino la acidez» (Chametz Vematzah, 5,1, 2, citado en Bacchiocchi...)  Claro, que estuvieron equivocados sobre este punto, pero por lo menos creyeron que la prohibición contra el chametz (el leudado) en la casa sí aplicó a las bebidas hechas de los granos fermentados.  Nosotros deseamos ser más consecuentes y aplicar la prohibición a las bebidas hechas de los frutos también, incluso las uvas, porque entendemos mejor que ellos la ciencia involucrada.  Estamos convencidos que Cristo conocía esa ciencia también al aplicar la prohibición del chametz (el leudado) en contra del vino alcohólico.  El mero hecho que hubo gérmenes de gisto sobre la uva o en el jugo no quiso decir que fue considerado el chametz por los judíos antiguos, igual que la presencia de tales gérmenes llevados por el aire sobre la carne del cordero no la excluyó de la casa.

 

Y otra objeción que se oye, a veces, es que Pablo les amonestó a los corintios a no abusar la Cena del Señor en 1 Corintios 11:19-20.  En este contexto, describió uno de sus abusos así: «Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga» (v. 21).  En primer lugar, lo que hacían los corintios en este contexto fue un desvío de las instrucciones que Pablo había entregado.  Aun si estaban usando un vino intoxicante, no sería un ejemplo seguro para nosotros, tampoco indicio que Jesús lo usaba en la Ultima Cena.  En segundo lugar, algunos eruditos han mencionado la posibilidad que methuo (una forma de la cual es la palabra griega aquí traducida «se embriaga») puede ser traducida «saciado» (como, por  ejemplo, el Dr. Samuele Bacchiocchi, en una carta personal enviada por el correo electrónico a su servidor, 19/01/03; además, es cierto que la palabra methuo fue usada varias veces en la Septuiginta, la traducción del Antiguo Testamento en el griego, en el sentido de estar saciado o harto, véase Salmo 36:8, «serán completamente saciados (methuo)...»; Salmo 65:10, «haces que se empapen (methuo) sus surcos...»; Cant. 5:1; Jer. 31:14, etc.).  Esta traducción cuadra bien con el contexto en que «cada uno se adelanta a tomar su propia cena» (v. 21), una acción que refleja la indulgencia de parte de esos cristianos desviados.  Entonces, no tenemos la evidencia aquí que los primeros cristianos solían de usar el vino fermentado.

 

LA NECESIDAD DE CUMPLIR EL MANDAMIENTO EXACTAMENTE

En este estudio, nos hemos indagado en la cuestión de qué clase de jugo tuvo Cristo en la copa en la noche cuando fue traicionado.  ¿Por qué?  Porque queremos cumplir el mandamiento en la manera en la cual Cristo lo ordenó.  Si acaso hubiera tenido la miel, o la leche, o el agua, o el queso (como algunos religiosos han usado) en su copa, entonces deberíamos de usar ese ingrediente en vez de cualquier otro.  Es cuestión de autoridad.  Si no nos atreveríamos a usar un pastel chocolate o un pedazo de carne como substituto para el pan, ¿por qué toleraríamos el uso de otra bebida, menos la bebida que Cristo usó esa noche?

 

Uno puede poner la objeción que no sabemos por seguro si tenemos exactamente la misma variedad de uvas como las uvas de Palestina en el tiempo de Cristo.  Si acaso Cristo usara una uva roja, y nosotros sólo tenemos una uva blanca, ¿estamos cumpliendo el mismo mandamiento?  De hecho, se han nombrado por lo menos 5.000 variedades de las uvas (Vitis Vinifera) en el mundo.  ¿Es necesario usar exactamente la misma variedad que él usó?  Déjeme hacer otra pregunta paralela: si acaso que Cristo hubiera usado una variedad de trigo para preparar el pan sin levadura, y nosotros otra, ¿estamos haciendo lo mismo que Cristo hizo?  Prácticamente, la respuesta es sí.  Otra pregunta paralela tiene que ver con el agua del bautismo.  El agua en su estado natural (como en un río, lago, charca, o del mar) es una mezcla de muchos elementos (minerales, sal, tierra, plantas descompuestas, etc.).  No creo que haya que bautizar en el agua que tenga exactamente la misma proporción de esos elementos como el agua en los ríos de Palestina.  De hecho, los bautismos realizados en otras partes del mundo en aquel entonces hubieran sido realizados en distintas «variedades» de agua.

 

El punto es: el agua es agua.  Igualmente, el jugo de la uva es el jugo de la uva—más específico, es el «fruto de la vid.»  Sin embargo, el vino es el vino, igual que el vinagre es el vinagre. 

 

Otra cosa: los vinos fortificados de la actualidad son mucho más fuertes que los vinos fermentados del tiempo de Cristo.  «Cuando la fermentación natural tuvo éxito, la concentración del alcohol se aumentaría al máximo de cerca de 14% (y con frecuencia mucho menos), a cual punto el alcohol mata el gisto y la fermentación se detiene.  En cambio, los destiladores modernos frecuentemente fortifican sus productos para aumentar el contenido del alcohol» (Dan y Katherine Cooper, The Christian and Social Drinking [El Cristiano y el Beber Social], p. 4.  Un experto en el internet describe el proceso de fortificar el vino por añadir más del alcohol al contenido, así aumentando su potencia a 18% o 20% de alcohol (Christoper Sawyer, Getting Fortified [Fortificándose], http://winexwired.com/4point6/port46.htm, 02/01/03).  Los vinos de postre y de cócteles tienen 20% del alcohol (ibid.).  Así que, por lo común, los vinos modernos son más potentes que los vinos antiguos.  Aquellos que defienden el uso del vino fermentado para la cena deben darse cuenta de eso.  Si van a la tienda a comprar el vino para la Cena, ¡es posible que compren una bebida mucho más potente que el vino más fuerte de Palestina en el tiempo de Cristo!

Además, el uso de una bebida alcohólica en la Sagrada Cena puede causar a un hermano tropezar.  Por ejemplo, si un hermano o una hermana se esté recuperando del alcoholismo, el sabor del alcohol en la copa de la Cena del Señor puede ocasionar una tentación a retornar a su vicio.  Pablo escribió en Romanos 14:13, «Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.»  En el mismo contexto, agregó, «Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda o se debilite» (14:21).  Así que, tenemos tomar en serio nuestra responsabilidad a no ofender a tales personas.